Lejos quedó el discurso de “no hay que meterse en la economía”. Esta semana, el Gobierno nacional abandonó el libreto libertario y, luego de devaluar el dólar oficial un 10%, presionó a empresas, supermercados y consumidores para que no convaliden nuevas subas de precios.
Como broche de oro, el presidente Javier Milei compartió una imagen del personaje Gaturro, del dibujante Nik, con la frase: “Si te aumentan el precio, no compres”.
En apenas 48 horas, el oficialismo mutó de defensores del libre mercado a vigilantes de precios minoristas, utilizando una estrategia que combina trolls en redes sociales, amenazas desde el Ministerio de Economía y una campaña mediática con humor gráfico como escudo discursivo.
“No estamos preocupados por la caída del consumo, pero sí por la inflación”, señalan sin vueltas desde Balcarce 50. Una frase que expone el corazón del modelo económico de Milei y Caputo: enfriar la economía, restringir el poder de compra (Salarios) y evitar que los precios se disparen… al menos en la superficie.
Devaluación sí, aumentos no: la doble moral del mercado
El nuevo esquema de bandas de flotación acordado con el FMI implicó una devaluación del dólar oficial que lo llevó a $1230 en su primer día. A los pocos minutos, empresas como Unilever, Molinos, Softys, Bunge y Aceitera General Deheza enviaron listas con aumentos del 7 al 12% en productos básicos.
El ministro Luis Caputo celebró que los grandes supermercados rechazaran esas listas e incluso destacó que algunas empresas retrotrajeron los aumentos. Pero lo que hubo detrás no fue negociación: fue presión directa del Estado.
“Si aumentás, mirá que no vendés”, fue el mensaje informal que recibieron varias firmas
Del storytelling al disciplinamiento
La narrativa oficial eligió a Gaturro como cara visible de la cruzada anti-precios. El dibujo de Nik, republicado por el propio Milei en X, resume el cambio de estrategia: no es el Gobierno el que debe controlar, sino el consumidor quien debe castigar.
Una lógica tan simplista como cínica, en un país donde, según datos de la consultora Scentia, el consumo masivo cayó 5,4% interanual en marzo y acumula una retracción del 8,6% en el primer trimestre de 2025.
La receta es clara: caída del poder adquisitivo, pérdida del crédito, menos ventas y más presión sobre las empresas para no remarcar. Pero detrás del gesto simpático del personaje de Nik, se esconde una política de ajuste feroz, sostenida con represión simbólica y disciplinamiento económico.
El marketing no alcanza cuando falta el pan
En el equipo económico reconocen que los aumentos no pueden seguir al ritmo del dólar, pero también admiten que la inflación sigue muy por encima de las expectativas. El plan Caputo apuesta a frenar la inercia inflacionaria vía recesión, con el consumo por el piso como ancla. Pero eso no garantiza estabilidad ni recuperación.
“No hay mercado que funcione cuando la mitad de la población no llega a fin de mes”, dispara un economista del sector privado en off.
Y mientras tanto, el presidente postea dibujos.
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