Lo que debía ser una ceremonia religiosa cargada de simbolismo terminó en un momento de tensión política. La vicepresidenta Victoria Villarruel fue abucheada e insultada este domingo en las escalinatas de la Basílica de San José de Flores, donde se celebró una misa en homenaje al Papa Francisco, recientemente fallecido.
La escena se dio al finalizar la ceremonia, mientras Villarruel abandonaba el templo entre gritos de repudio por parte de manifestantes que, al canto de:
“Olé olé, olé olá, como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”,
dejaron en claro que su presencia no pasaba desapercibida, y mucho menos en una jornada donde la figura de Francisco evocaba su legado de unidad, justicia y memoria.
Un homenaje cargado de sentido
La misa fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, en la misma iglesia donde Jorge Mario Bergoglio vivió su infancia y, según él mismo relató, tuvo la experiencia fundante que lo llevó al sacerdocio.
Durante su homilía, García Cuerva sostuvo que el Papa argentino “no fue un hombre que tapó los problemas del mundo, sino que los puso sobre la mesa para generar discusión” y llamó a vivir su legado con compromiso, sensibilidad social y capacidad de escucha.
“La unidad que tanto necesitamos”, dijo el arzobispo, en una frase que resonó fuerte ante una audiencia dividida entre el recogimiento religioso y la tensión política que se manifestaba afuera.
El peso de la memoria
La figura de Villarruel, férrea defensora del negacionismo del terrorismo de Estado, generó malestar en un sector de la sociedad que no olvida su militancia activa en espacios que relativizan los crímenes de la dictadura.
Su presencia en un acto en honor al Papa Francisco —una figura profundamente ligada a las luchas por los derechos humanos y la dignidad de los pobres— fue leída por muchos como una provocación o, al menos, una incoherencia simbólica.
La reacción popular, si bien espontánea, revela el cortocircuito entre el discurso institucional del Gobierno libertario y la sensibilidad colectiva que el Papa supo representar durante su pontificado.
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