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Dom, Abr

Economía

El nuevo esquema de bandas cambiarias mete presión sobre el dólar tarjeta, que podría acercarse a los $1.700. Mientras tanto, especialistas advierten que el recargo fiscal ya no cumple su propósito original.

En un país donde cada tipo de dólar tiene nombre y apellido, el dólar “tarjeta” está mutando en algo que ya no cierra por ningún lado. Con el nuevo esquema de bandas cambiarias propuesto por el equipo económico de Javier Milei —entre $1.000 y $1.400—, el valor del dólar oficial se acercará cada vez más a los financieros. Y con eso, se desdibuja la razón de ser del famoso recargo del 30% para consumos en el exterior.

Pero lo notable es que el Gobierno decidió sostenerlo igual, aún cuando los economistas coinciden en que perdió sentido como instrumento de política cambiaria.

Un dólar tarjeta en $1.690: ¿tiene lógica?

Con el nuevo esquema, y estimando un tipo de cambio oficial en el orden de los $1.250 a $1.300, el dólar tarjeta (que suma un 30% en concepto de impuesto PAIS deducible del Impuesto a las Ganancias) podría alcanzar los $1.625 a $1.690. En un escenario más extremo, si el tipo de cambio se va al techo de la banda ($1.400), el dólar turista se posicionaría cerca de los $1.750.

Todo esto en un momento donde el dólar CCL cerró a $1.340 y el blue se mueve alrededor de los $1.360. En otras palabras: ya no hay una brecha relevante entre el tipo de cambio financiero y el que se utiliza para pagar en el exterior con tarjeta. Entonces... ¿por qué sigue vigente ese recargo?

Economistas: "El 30% ya no se justifica"

Desde distintos sectores académicos y financieros vienen marcando lo mismo: el dólar tarjeta con recargo fue útil cuando había que encarecer artificialmente el turismo para evitar la sangría de reservas. Pero en este nuevo esquema más abierto y flotante, con atraso cambiario incluido, la herramienta quedó vieja.

El economista Emiliano Libman (Fundar – CONICET) fue claro: “El 30% pierde bastante sentido. Hoy conviene comprar dólares al oficial y pagar la tarjeta con eso, y te ahorrás el impuesto”.

Por su parte, Jorge Neyro fue más contundente: “La permanencia del recargo tiene fines recaudatorios. No hay otra razón técnica que la explique”.
Y no es menor: en un esquema de déficit fiscal cero y nula emisión monetaria, todo ingreso extra que entre al Tesoro es aprovechado al máximo. El impuesto PAIS sobre consumos en dólares le deja al Estado cifras considerables, aunque pagadas por un sector muy específico: el que viaja o consume afuera.

La paradoja: atraso cambiario, turismo caro igual

Un dato clave para entender el contexto: desde junio de 2024, el Banco Central volvió a tener déficit de cuenta corriente, y el rojo se profundizó en los últimos meses. ¿Por qué? Principalmente por el aumento de importaciones y el negativo en la balanza de servicios, con el turismo liderando la fuga de divisas.

El gobierno, consciente de esto, busca moderar la salida de dólares por viajes. Pero el problema es que el atraso cambiario actual ya encarece naturalmente el turismo, sin necesidad de aplicar un 30% adicional.

El analista Andrés Salinas lo explicó así: “Por ahora hay ingresos fuertes de divisas que evitan que el dólar se dispare al techo de la banda. Pero si hay ruido electoral hacia fin de año, eso podría cambiar. El impuesto hoy suma para la caja, no para frenar la demanda”.

En criollo: ya no es un freno, es una caja chica.

¿Y si lo eliminan?

Eliminar el 30% no parece estar en los planes inmediatos del Ejecutivo, aunque no se descarta para la segunda mitad del año, si el esquema de bandas flota sin sobresaltos. Además, los consumidores ya están encontrando la vuelta: muchos pagan sus consumos con dólares previamente comprados, evadiendo el recargo.

Pero eso también tiene un límite: no todos tienen acceso al MEP ni a cuentas en dólares. Mientras tanto, el que no quiere complicarse paga el sobreprecio, y eso —al menos por ahora— le sigue funcionando al Estado.

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