La Secretaría de Industria y Comercio argumenta que las normativas eran obsoletas o burocráticas. Detrás del relato, se afianza el poder empresarial sin contrapunto.
¿Regular o liberar? En la Argentina de Milei, la respuesta es obvia. Con la Resolución 357/2025 publicada este martes en el Boletín Oficial, el Gobierno nacional decidió barrer 71 normativas comerciales que, según su visión, entorpecen el libre juego del mercado. Pero, ¿se trata realmente de “trabas burocráticas” o de herramientas para equilibrar relaciones asimétricas entre consumidores y empresas?
El secretario de Industria y Comercio, Pablo Lavigne, defendió la movida con los mismos argumentos que vienen repitiendo desde diciembre: “normas obsoletas”, “controles abusivos”, “carga administrativa innecesaria”. En los papeles, todo suena eficiente. En la práctica, desaparecen los pocos frenos que limitaban a los grandes jugadores del mercado.
La lista de lo que se dio de baja es extensa:
27 resoluciones complementarias a la ya eliminada Ley de Abastecimiento
24 normativas que regulaban el ya desmantelado COPREC (Servicio de Conciliación Previa en las Relaciones de Consumo)
20 programas como Precios Justos, Ley de Góndolas, El Mercado en tu Barrio y estímulos a pequeños productores
Todo en nombre de “transparentar” y “liberalizar”.
¿Quién se beneficia?
En teoría, todos. En los hechos, las grandes cadenas, los formadores de precios, los intermediarios concentradores, las multinacionales. Sin control, quien tiene poder lo usa. Y el consumidor argentino, golpeado por una inflación que no cede y un salario que no alcanza, queda cada vez más a la intemperie.
Milei lo dijo en campaña: quiere un Estado mínimo. Pero cuando ese mínimo alcanza para dejar sin defensa al consumidor o sin herramientas al pequeño comerciante, el experimento libertario deja de ser un ideal y se convierte en un riesgo estructural.
Porque no se trata sólo de eliminar normas viejas. Algunas, sí, eran anacrónicas. Pero otras eran estructurales para que el mercado no se transforme en una cancha inclinada. Desarmar eso sin reemplazo es dejar la economía al servicio exclusivo del que más tiene.
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