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08
Lun, Sep

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 El intendente de Río Gallegos expuso las contradicciones del gobernador Claudio Vidal luego de su volantazo discursivo post electoral.

 Cuando los resultados electorales en la provincia de Buenos Aires dejaron malherido al proyecto libertario, Claudio Vidal —gobernador de Santa Cruz— no tardó en deslizar su “distancia” con el modelo de Javier Milei. En X (ex Twitter), publicó una reflexión cargada de frases prefabricadas y omisiones funcionales:

"Hoy los bonaerenses dieron un claro mensaje al gobierno nacional.
Sin gestión no hay futuro, nuestra sociedad no quiere más gritos, quiere hechos.
Los argentinos queremos crecer y desarrollarnos con seguridad y en paz. Pero las familias no llegan a fin de mes, y con discursos de confrontación y división, no se resuelven los problemas.
Desde el interior productivo, Provincias Unidas tiene mucho para decir y mucho para HACER.
El futuro es con producción, trabajo y sentido común.
Los sueños de todos están ahí, abracémoslos juntos."

Lo que olvidó mencionar es que él mismo fue parte del experimento.

Vidal celebró la victoria de Milei. Compartió su agenda privatizadora. Menospreció al empleo público, despreció el conflicto social y hasta vendió falsas promesas de sueldos petroleros. Hoy, con el Estado provincial en crisis, los hospitales en tensión, y los docentes marchando por paritarias incumplidas, el gobernador ensaya un discurso “razonable”. Pero llega tarde. Y ya nadie le cree.

La respuesta llegó desde donde nace la política real: el territorio. Pablo Grasso, intendente de Río Gallegos, le contestó sin vueltas:

“No Claudio, los bonaerenses le dijeron que no a los que los empobrecieron, los que hicieron negocios y se quedaron con la guita de los discapacitados. A los violentos. Y te adelanto, así va a ser en Santa Cruz en octubre.
Hasta hace 5 minutos eras libertario”

En pocas líneas, Grasso hizo lo que ningún dirigente provincial se animó: lo desnudó. Le marcó su pasado reciente, lo responsabilizó por la crisis social que él mismo alimentó y, sobre todo, le advirtió que octubre en Santa Cruz no será un paseo.

¿Es un hecho aislado? Para nada. La bronca empieza a brotar en cada rincón de la provincia. La inflación devora los sueldos, los servicios básicos se deterioran, y los discursos grandilocuentes se enfrentan al barro de la realidad. El relato libertario ya no encuentra eco. Y Vidal, que construyó su campaña desde la imagen de “independiente”, ahora paga el precio de su ambigüedad.

Porque en política, lo que no se sostiene con hechos, se cae con un tuit. Y esta vez, el golpe vino desde adentro.

Si llegaste hasta acá tomate un descanso con la mejor música