Durante años se dijo que para el dolor de rodilla lo mejor era fortalecer los músculos. Que había que “bancar el dolor” para recuperar la movilidad.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en JAMA Network Open trae una mirada distinta: el yoga, una disciplina muchas veces subestimada en entornos clínicos, no tiene nada que envidiarle a los entrenamientos de fuerza tradicionales cuando se trata de combatir la artrosis de rodilla.
Artrosis: un mal silencioso que afecta a millones
La osteoartritis, o artrosis, es un trastorno degenerativo que afecta a más de 595 millones de personas en el mundo. En Argentina, su prevalencia no para de crecer, especialmente en adultos mayores y personas con sobrepeso. Afecta la calidad de vida, limita el movimiento y convierte actividades cotidianas como subir una escalera o caminar en desafíos dolorosos.
Frente a esto, las guías médicas recomiendan comenzar con tratamientos no farmacológicos. Y acá entra en escena la actividad física, que puede hacer la diferencia. El dilema está en qué tipo de ejercicio elegir.
Yoga y fuerza: frente a frente, sin ganadores ni perdedores
Un equipo de investigadores australianos reclutó a 117 pacientes del sur de Tasmania con diagnóstico confirmado de artrosis de rodilla y niveles de dolor altos (40 o más en una escala EVA de 100). Los dividieron en dos grupos: uno hizo yoga supervisado, el otro entrenamiento de fuerza, ambos durante 12 semanas con seguimiento posterior hasta completar 24.
El resultado fue claro: ambos métodos mejoraron el dolor y la funcionalidad, pero ninguno superó al otro de forma estadísticamente significativa. La diferencia de dolor entre grupos fue de apenas –1,1 mm en la escala EVA, lo que no alcanza para declarar una opción como superior.
“La conclusión es que el yoga no es inferior al entrenamiento de fuerza, y eso ya es una buena noticia”, afirmó el equipo investigador. “Puede considerarse una opción válida, accesible y segura para quienes no pueden o no quieren hacer ejercicio convencional”.
¿Cómo actúa el yoga sobre el dolor?
A diferencia del ejercicio de fuerza, que busca aliviar el dolor reforzando la musculatura y descargando la articulación, el yoga se enfoca en la respiración, la atención plena y la movilidad consciente. No se trata de un reemplazo, sino de una alternativa complementaria.
“Cuando uno hace yoga, trabaja la mente y el cuerpo. Baja la ansiedad, mejora la postura y se fortalece igual, aunque de otra manera”, explicó a este medio una fisioterapeuta local consultada, que pidió reserva de identidad.
El estudio también resalta beneficios colaterales del yoga como mejora del estado de ánimo, menor percepción de discapacidad y una mejor relación con el dolor.
La letra chica: no todo lo que brilla es oro
Aunque las guías clínicas internacionales empiezan a sugerir yoga como estrategia útil contra la artrosis, la evidencia aún es limitada. Muchos trabajos previos tienen muestras chicas, no usan diagnósticos estandarizados o presentan alto riesgo de sesgo.
Este nuevo estudio, sin embargo, marca un avance en el tema: fue aleatorizado, controlado y con seguimiento extendido, lo que le da peso a sus resultados.
Además, los investigadores señalan que la clave para que cualquiera de estas opciones funcione está en la adherencia. Hacer ejercicio dos o tres veces por semana, de manera constante, marca la diferencia.
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