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Dom, Abr

Ciencia y Tecnología

Parece insólito, pero la ciencia acaba de rediseñar el urinario. Y no se trata de un capricho estético. Durante más de un siglo, los urinarios públicos han mantenido prácticamente el mismo diseño básico, pese a que la mayoría genera salpicaduras de orina que ensucian el piso y alcanzan, en ocasiones, hasta la ropa del usuario.

Ahora, un equipo de investigadores liderado por Zhao Pan y Kaveeshan Thurairajah logró crear un diseño que reduce esas salpicaduras al mínimo, utilizando modelado matemático, dinámica de fluidos y pruebas experimentales. El nuevo diseño, publicado en la revista PNAS Nexus, marca un antes y un después en términos de higiene, accesibilidad y eficiencia en baños públicos.

¿Cómo evitar que el pis rebote?

Los investigadores determinaron que la clave para evitar las salpicaduras está en el ángulo de incidencia de la orina sobre la superficie del urinario. A través de simulaciones computacionales y experimentos reales, concluyeron que cuando ese ángulo es de 30° o menos, la orina no rebota hacia fuera.

Basándose en esa premisa, diseñaron dos prototipos: Cornucopia y Nautilus, ambos inspirados en geometrías curvas que canalizan el flujo sin salpicaduras, incluso cuando el chorro no es perfectamente dirigido.

“Se trata de un rediseño basado en ecuaciones diferenciales aplicadas a un problema tan cotidiano como molesto”, explicó Zhao Pan, autor principal del estudio.

Más limpio, más inclusivo

El modelo Nautilus, además de su eficacia para evitar salpicaduras, incorpora un detalle clave de accesibilidad: está diseñado para adaptarse a diferentes alturas de uso, lo que lo hace funcional tanto para niños como para personas en silla de ruedas.

Según las estimaciones del equipo, si los 56 millones de urinarios públicos que existen en Estados Unidos se reemplazaran por este diseño, se evitaría que un millón de litros de orina terminen en el suelo cada día. Esto reduciría significativamente los costos de limpieza, el mal olor y los riesgos sanitarios en baños públicos.

De Duchamp al diseño funcional

Paradójicamente, el urinario clásico se convirtió en ícono artístico gracias al artista francés Marcel Duchamp, quien en 1917 lo transformó en una obra de arte llamada La Fontaine. Ese objeto —provocador para su época— no desentonaría hoy en un baño público, lo que evidencia la escasa innovación en un elemento de uso masivo durante más de un siglo.

“Estamos tan acostumbrados a que el urinario sea un desastre que ni siquiera lo cuestionamos. Por eso este rediseño es tan disruptivo como necesario”, planteó Kaveeshan Thurairajah.

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