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Mar, Nov

Economía

El financiamiento con plásticos crece pese a los altos costos. En octubre se registró un saldo de $21,9 billones en operaciones con tarjeta.

Con salarios que no logran ganarle a la inflación, el uso de tarjetas de crédito se afianza como el recurso más extendido para sostener el consumo cotidiano en los hogares argentinos.

Así lo demuestra el último informe de First Capital Group, que con datos del Banco Central detalla que en octubre el saldo total financiado con tarjetas en pesos alcanzó los $21,9 billones. La suba interanual fue del 63,4% en términos nominales, aunque corregida por inflación el crecimiento real fue del 24,2%.

Este fenómeno tiene su correlato en el número de operaciones: según el BCRA, en agosto se realizaron 180,4 millones de transacciones con tarjeta de crédito por $9,4 billones, frente a 178 millones con débito por $4,7 billones. En apenas tres años, el uso de crédito pasó de representar el 13,3% de las transacciones totales a explicar el 46,2%.

La expansión no se limita al volumen: hoy 14,6 millones de personas tienen deudas activas con tarjeta, lo que equivale al 40% de la población adulta. Este crecimiento del 4% respecto al primer semestre del año refleja cómo el financiamiento a través del plástico se ha vuelto una herramienta habitual para llegar a fin de mes.

Sin embargo, el costo de financiarse sigue siendo alto. Aunque el Gobierno redujo levemente las tasas tras las elecciones, el Costo Financiero Total (CFT) sigue superando el 120% en algunos bancos. Por ejemplo, el Banco Macro aplica una Tasa Nominal Anual (TNA) del 105,3% y un CFT del 127,4% con IVA para compras financiadas. Los intereses punitorios tampoco son menores: una TNA del 52,6% y un CFT del 63,7% anual.

El riesgo creciente es el sobreendeudamiento. Las compras en un pago no generan intereses, pero sí pueden incluir cargos administrativos. Las cuotas o el pago mínimo, en cambio, activan un costo financiero significativo. En este escenario, muchos hogares terminan atrapados en un círculo de dependencia, donde el crédito se vuelve necesario para sostener el consumo, pero limita cada vez más la capacidad de recuperación económica.

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