Según los datos oficiales del SIPA, en poco más de un año y medio se perdieron 236.700 puestos de trabajo asalariados registrados, de los cuales el 82% corresponde al período Milei. En paralelo, crecen los monotributistas y la informalidad trepa al 42% de los ocupados.
La tendencia no solo preocupa, sino que expone un patrón: la Argentina camina hacia un esquema laboral más precario, desregulado y desigual.
“Estamos viendo una caída acelerada del empleo formal con derechos, mientras se consolida una estructura de baja protección”, explicaron a este medio desde el Observatorio del Trabajo de la UBA.
Un derrumbe que no frena: el saldo Milei
El informe del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), publicado por la Secretaría de Trabajo, muestra que entre noviembre de 2023 y enero de 2025 desaparecieron 194.500 empleos asalariados registrados. Solo en enero, la pérdida fue de más de 42 mil puestos, una cifra que suena chica hasta que se entiende: es como si se hubiera vaciado de golpe toda la planta estable de una ciudad como Gualeguaychú.
La contracara es el crecimiento del monotributo, que suma trabajadores sin estabilidad, sin aguinaldo, sin ART ni vacaciones. En palabras de la socióloga Paula Montero, “es el modelo Uber del trabajo argentino: todos emprendedores, nadie protegido”.
El gobierno no respondió consultas sobre estos datos, pero en declaraciones previas el presidente Milei insistió en que “la libertad del mercado laboral es fundamental para dinamizar la economía”. Sin embargo, los números muestran lo contrario: menos empleo formal, más trabajadores en la informalidad, caída del consumo y presión al sistema previsional por la baja de aportes.
Informalidad récord: 4 de cada 10 trabajadores están fuera del sistema
El INDEC presentó esta semana su nuevo relevamiento sobre informalidad basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Los datos actualizados muestran que el 42% de los trabajadores están en la informalidad, un salto desde el 41,4% registrado un año atrás.
Entre los cuentapropistas la situación es todavía más crítica: el 62,4% trabaja fuera de la legalidad, mientras que entre los asalariados la informalidad alcanza el 36,1%. El dato más alarmante es la velocidad del deterioro en este último segmento, que hasta hace poco era el más protegido.
Los sectores más golpeados por esta situación son el servicio doméstico (77%), la construcción (76,6%), hoteles y restaurantes (63,2%) y el comercio (51,2%). En contraste, la industria manufacturera mantiene un nivel más bajo de informalidad (36,1%), aunque también registra señales de alerta.
“Estamos frente a una reforma laboral de facto”, apuntó el abogado laboralista Héctor Recalde. “Lo que no pudieron imponer por ley, lo están logrando por asfixia del mercado”.
Salarios: señales contradictorias y realidades paralelas
Según los datos del SIPA, los salarios en el sector privado formal mejoraron 1,8% en términos reales en enero, lo que representa la décima suba consecutiva y ubica los ingresos un 5,8% por encima del nivel previo a la gestión Milei. Sin embargo, siguen estando 8,3% por debajo del último pico registrado en 2017.
Pero el INDEC muestra otra foto: en su informe de salarios reales, el crecimiento de ingresos en enero fue apenas del 0,1%, prácticamente un estancamiento si se lo compara con la inflación.
Por su parte, la consultora C-P, especializada en seguimiento de paritarias, detectó que durante el primer bimestre los aumentos salariales se frenaron. Muchos gremios cerraron acuerdos con ajustes del 1 al 2%, mientras la inflación mensual se mantuvo cerca del 3,7%.
“No hay magia: si la inflación no baja y los sueldos no suben, el poder adquisitivo se destruye”, sintetizó un economista de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Lo que se viene: elecciones, devaluación y recesión
El escenario no pinta alentador. Marzo cerró con una inflación del 3,7%, pero se espera un nuevo salto por la reciente devaluación del dólar oficial. Si los salarios no logran recomponer esa pérdida, el deterioro del poder adquisitivo será aún más profundo.
Y no es menor el contexto político: las elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina, y el humor social ya muestra señales de desgaste frente al ajuste.
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