Tras la veda invernal, la Municipalidad inició tareas que beneficiarán a 300 familias con mejoras en escurrimiento pluvial y estructura vial.
La Municipalidad de Río Gallegos retomó esta semana las obras en vía pública tras el receso invernal, con la construcción de cordón cuneta en distintas calles del barrio Juan Pablo II, una mejora que vecinos y vecinas venían solicitando desde hace casi dos décadas. La intervención beneficiará a unas 300 familias, distribuidas en aproximadamente 10 cuadras, y forma parte de una planificación más amplia de urbanización para esa zona de la ciudad.
La obra está a cargo de la Secretaría de Planificación y Obras Públicas, con una inversión enteramente municipal y un plazo de ejecución de tres meses. Según explicó la arquitecta Carolina Mamaní, responsable técnica del proyecto, el objetivo es dotar al sector de un sistema de escurrimiento pluvial por gravedad, lo que no solo evitará anegamientos sino que también dejará la calzada en condiciones estructurales para futuras tareas de pavimentación o colocación de adoquines.
“A fines de septiembre estimamos llegar a un avance del 33 % o 35 %, y estamos ajustando el cronograma para cumplir con el plazo total. Además, coordinamos con la Junta Vecinal para que los vecinos puedan prever dónde estacionar o cómo circular durante la ejecución”, indicó Mamaní.
En paralelo, el arquitecto José Zapico, del Departamento de Ingeniería municipal, detalló que esta etapa comenzó sobre la calle Arturo Illia, entre Prefectura Naval Argentina y Bonani hasta Cerro Dos Hermanas, abarcando dos tramos concretos del proyecto general.
Zapico remarcó que la intervención no solo responde a una necesidad técnica sino a una demanda vecinal histórica:
“Hace casi 20 años que se solicitaba esta obra. Sabemos que hay molestias propias —maquinaria, tierra, ruidos— pero la idea es avanzar cuadra por cuadra, habilitando sectores a medida que se va ejecutando”.
El cordón cuneta no solo cumple una función hidráulica, sino que ordena la trama urbana, consolida las veredas y delimita claramente la calzada, facilitando luego tareas de pavimentación. Se trata de una infraestructura base que, una vez concluida, abre la puerta a etapas más avanzadas de urbanización, mejorando sensiblemente la calidad de vida del barrio.
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