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Jue, Oct

Interés General

A un año y medio de gobierno, Claudio Vidal no reactivó la economía, multiplicó la pobreza y ahora disfraza su impotencia con lentejeadas para la foto. Ni trabajo ni dignidad: solo parches.

No hay que confundirse. Lo que vimos en la lentejeada del barrio San Benito no es un acto de empatía, ni un gesto de justicia social. Es otra imagen que delata el extravío político de un gobierno que ya no sabe cómo esconder sus propias promesas incumplidas. Pedro Luxen y Fabián Leguizamón posan entre sonrisas y ollas gigantes, como si fueran los organizadores de una fiesta popular. Pero lo que reparten no es alegría: es desesperación administrada.

Porque esto hay que decirlo con todas las letras: esos mismos que hoy calientan lentejas para la foto, durante años acusaron a las gestiones anteriores de usar la asistencia como herramienta de manipulación. Eran —según ellos— “la vieja política”, “el clientelismo”, “la ineficiencia”. ¿Qué cambió? Nada, salvo que ahora les tocó gobernar y se quedaron sin libreto.

Y hay algo todavía más grave: han pasado 554 días de gestión. Más de un año y medio. Y no hay una sola promesa cumplida. Nada de inversión privada. Nada de obra pública reactivada. Nada de diversificación productiva. Solo reparto de leña —mientras hay conexiones de gas inconclusas—; entrega de merluza —cuando lo que falta es poder adquisitivo—; locros que reaparecen buscando un Guinness, mientras desaparecen miles de puestos de trabajo. Y ahora, un guiso… ¿para tapar qué?

¿Para tapar que el sector petrolero se está desangrando en despidos? ¿Para tapar que la UOCRA denuncia inactividad en el 90% de sus frentes? ¿Para maquillar la falta de decisión política? ¿Para disimular que no hay plan, ni obra, ni horizonte?

Y en ese contexto, el gobernador Claudio Vidal elige atacar a los estatales:

“Muchos se quejan del salario del Estado… pero nadie se va… ¿Probaron lo que es laburar en el privado?”

Esa frase, dicha sin rubor, es el símbolo del desprecio. Porque hoy en Santa Cruz no hay privado que reciba, que sostenga, que incluya. Lo que hay es un modelo de ajuste sin contención, una economía paralizada y una clase política que se burla del hambre mientras juega a disfrazarse de pueblo.

La pregunta no es si está bien hacer una lentejeada. Por supuesto que está bien. Lo escandaloso es que eso sea lo único que hacen. Que usen la necesidad para limpiar su propia ineficacia.

Santa Cruz no necesita olla popular: necesita política con rumbo. Y hasta ahora, el único guiso que ofrecen es el de sus propias contradicciones.

Si llegaste hasta acá tomate un descanso con la mejor música