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Vie, Nov

Ciencia y Tecnología

Un estudio norteamericano con seguimiento hasta los 60 años encuentra que niveles recomendados de fluoruro pueden tener ventajas cognitivas en la adolescencia y no muestran daño a largo plazo.

Una gran investigación publicada en la revista Science Advances examina los efectos de la exposición infantil al fluoruro en el agua potable sobre la cognición tanto en la adolescencia como alrededor de los 60 años. El estudio, liderado por investigadores del Minnesota Population Center de la Universidad de Minnesota y colaboradores, concluye que los niños expuestos a niveles recomendados de fluoruro obtuvieron modestas ventajas cognitivas en la escuela secundaria y no presentan evidencia clara de daño a largo plazo.

Los detalles del trabajo

La cohorte analizada provino del estudio denominado “High School and Beyond 1980”, que incluyó a 57.960 estudiantes del último año de secundaria en escuelas de Estados Unidos, con seguimiento a un subconjunto de 13.260 participantes alrededor de los 60 años. 
Se clasificó la exposición al fluoruro en tres grupos:

Zonas sin fluoración municipal y niveles naturales < 0,7 mg/L
Zonas con fluoración municipal o niveles naturales ≥ 0,7 mg/L desde concepción hasta secundaria
Zonas donde la fluoración municipal comenzó entre la concepción y las pruebas de secundaria
Los participantes que crecieron con niveles recomendados de fluoruro (aproximadamente 0,7 mg/L) obtuvieron puntajes ligeramente superiores: una mejora del orden del 7 % de una desviación estándar en pruebas de matemáticas, lectura y vocabulario. En el seguimiento a los 60 años no se hallaron diferencias estadísticamente significativas en la función cognitiva global.

Interpretaciones y contexto

Estos hallazgos aportan tranquilidad a los defensores de la fluorización comunitaria: no se observó un efecto adverso en la cognición a largo plazo a niveles habituales en EE.UU. En cambio, hay indicios modestos de beneficio en la adolescencia. Expertos señalan que la ventaja podría deberse a mejor salud dental y menos ausentismo escolar.

Por supuesto, esto no implica que toda exposición sea inocua: los estudios que sí han informado asociaciones negativas con CI provienen de zonas con fluoruro natural muy alto (> 1,5 mg/L), fuera del rango típico de EE.UU. y de muchos países.

¿Qué implica para política pública?

Para los responsables de salud pública, el mensaje es doble:

La fluorización del agua a los niveles recomendados (≈ 0,7 mg/L) mantiene su perfil de seguridad y potencial beneficio.
Los temores basados en estudios de alta exposición no necesariamente aplican a los niveles estándar.
En países como Argentina, con sistemas de agua con niveles diversos de fluoruro y debates sociales, esta evidencia puede servir de base para reforzar políticas orientadas a la prevención de caries sin reducir innecesariamente la protección.

El estudio representa un avance significativo: uno de los mayores seguimientos poblacionales hasta la mediana edad sobre este tema. Es importante porque atraviesa la crítica de que los trabajos anteriores provenían de contextos de alta exposición o sin muestras representativas de EE.UU.
Sin embargo, queda abierto el “por qué”: los autores admiten que no pueden afirmar con certeza el mecanismo de la ventaja observada en la adolescencia. Tampoco se puede generalizar automáticamente a todos los contextos (agua de peor calidad, mezclas con otros contaminantes, poblaciones vulnerables).

Por lo tanto, la política pública debe actuar con cautela pero firmeza: los datos refuerzan la continuidad de la medida de fluorización en niveles apropiados, mientras se deben seguir monitoreando los contextos locales.

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