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Sáb, Sep

Ciencia y Tecnología

Un estudio revela que los trabajadores de 22 a 25 años son los primeros expulsados del mercado por la automatización. ¿Es la juventud una debilidad frente a la inteligencia artificial?

Mientras el mundo celebra el avance vertiginoso de la inteligencia artificial generativa, una señal de alarma empieza a sonar desde los márgenes del discurso optimista. Un nuevo informe de la Universidad de Stanford —basado en millones de registros laborales— muestra que la IA ya está impactando de manera directa en el empleo. Y los más golpeados no son los “ineficientes”, ni los que “no se adaptan”, ni los que “no saben programar”. Son los jóvenes. Los mismos que crecieron formateados por la promesa de un mundo digital.

Los datos que derriban el mito del futuro

Desde fines de 2022, el empleo juvenil en sectores expuestos a IA cayó un 13 %. No es una proyección: es una estadística concreta. Y es especialmente dura en áreas como desarrollo de software o atención al cliente, donde la automatización ya no es amenaza, sino reemplazo.

Curiosamente, en ocupaciones donde la IA actúa como complemento (educación, diseño, salud), el empleo sigue creciendo. El problema no es la tecnología en sí, sino cómo y para qué se aplica.

Automatizar vs. aumentar: el dilema no es técnico, es ético

El estudio distingue entre IA automativa —que reemplaza tareas humanas— y aumentativa —que las potencia—. Y ahí está la clave: cuando la IA automatiza, los jóvenes son los primeros en quedar afuera. ¿Por qué? Porque lo que aportan es conocimiento codificado, teórico, repetible. Lo que una máquina puede hacer (y más barato).

Los trabajadores mayores, en cambio, cargan con saberes prácticos, experiencia implícita, intuición construida. Eso que la IA todavía no puede sintetizar. Paradójicamente, la juventud —siempre símbolo de renovación— es ahora sinónimo de reemplazabilidad.

¿Y los salarios? ¿Y las empresas tecnológicas? No, tampoco es por ahí

Otra sorpresa: los salarios no cayeron. Lo que cae es la contratación. El ajuste no es por ingreso, sino por exclusión directa. Y no está concentrado en empresas IT: incluso quitando tecnológicas del análisis, la tendencia se mantiene.

Esto desactiva dos explicaciones comunes. No es solo un ciclo económico negativo. Y no es un efecto colateral del trabajo remoto post-pandemia. Es un patrón estructural.

Canarios en la mina: la metáfora que duele

El informe de Erik Brynjolfsson y su equipo titula con crudeza: los jóvenes son los canarios en la mina. En el siglo XIX, los mineros llevaban aves para detectar gases tóxicos: si caían, era señal de peligro inminente. Hoy, el empleo joven funciona igual. Son los primeros en caer. Pero el gas ya está en el aire. Y el sistema no tiene máscara.

¿Y ahora qué?

¿Qué hacemos cuando la tecnología deja afuera, no por falta de esfuerzo ni talento, sino por estructura? ¿Debe el Estado intervenir para proteger empleos que la IA puede hacer más baratos? ¿O es esto simplemente una transición dolorosa hacia una economía más eficiente?

La única certeza es que el futuro del trabajo llegó. No es ciencia ficción, ni promesa. Es desempleo joven hoy, ya. Y si no entendemos rápido que el problema no es técnico, sino político, la IA no será la revolución que mejora el mundo, sino la que lo achica.

Fuente: Universidad Stanford

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