ITER, el megaproyecto internacional de energía de fusión, completó el ensamblado del sistema de imanes superconductores más potente del planeta, paso esencial para generar energía limpia y abundante replicando el poder del Sol.
ITER, el proyecto más ambicioso de energía de fusión en el mundo, ha alcanzado un nuevo hito al finalizar la construcción del sistema de imanes superconductores pulsados más grande jamás creado. El Central Solenoid, corazón electromagnético del reactor Tokamak, ya está listo para su instalación en el sur de Francia, donde se ensambla la máquina que intentará lo impensado: replicar en la Tierra el proceso que alimenta a las estrellas.
Con una capacidad para generar campos magnéticos de hasta 13 teslas y almacenar 6,4 gigajulios de energía, el sistema permitirá confinar un plasma de deuterio y tritio a 150 millones de grados Celsius. A esa temperatura, los núcleos atómicos se fusionan, liberando diez veces más energía de la que se consume para calentar el plasma.
Cada componente magnético de ITER —desde las bobinas toroidales fabricadas en Japón y Europa, hasta las estructuras de corrección producidas en China— responde a una coreografía internacional sin precedentes. Los siete miembros plenos (China, UE, India, Japón, Corea, Rusia y EE.UU.) han entregado partes fundamentales, bajo el principio de que cada uno recibe acceso completo a la propiedad intelectual generada.
Además del impacto científico, ITER representa un modelo de cooperación global en un mundo tensionado. “Frente al cambio climático, la seguridad energética y la necesidad urgente de nuevas fuentes limpias, ITER demuestra que la humanidad puede construir en conjunto un futuro energético mejor”, declaró Pietro Barabaschi, director general del proyecto.
El siguiente paso será la integración total del Tokamak y las pruebas de plasma, previstas para comenzar en 2026. La fusión comercial aún está a años de distancia, pero este avance acerca ese horizonte.
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