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Jue, May

Ciencia y Tecnología

Gracias a un raro efecto astronómico, científicos hallaron planetas parecidos a la Tierra pero mucho más grandes, ubicados en órbitas lejanas que desafían teorías clásicas de formación planetaria.

El universo, ese inmenso escenario de silencios siderales, esconde una multitud de planetas que podrían parecerse al nuestro... pero más grandes, más lejanos y más frecuentes de lo que creíamos.

Un equipo internacional de astrónomos, utilizando la Red de Telescopios de Microlente de Corea (KMTNet), reveló que las súper-Tierras—planetas rocosos con entre 1,5 y 10 veces la masa terrestre—no sólo son comunes, sino que orbitan a distancias comparables a las de nuestros gigantes gaseosos. Sí, como si Júpiter fuera de piedra.

El estudio, recientemente publicado en la revista Science, analizó 10 eventos de microlente y concluyó que por cada tres estrellas hay al menos una súper-Tierra con órbita amplia. “Antes pensábamos que esos planetas eran raros. Hoy sabemos que son parte del patrón cósmico”, explicó Andrew Gould, uno de los líderes del trabajo y referente global en esta técnica.

¿Qué es una microlente?

Cuando una estrella o planeta pasa frente a otra estrella más lejana, su masa curva la luz que viene de fondo. Ese efecto, similar al de una lupa, permite detectar objetos que ni los telescopios más potentes pueden ver directamente. Es raro, difícil de predecir, pero extremadamente valioso.

Fue así como detectaron al OGLE-2016-BLG-0007, una súper-Tierra con el doble de la masa de nuestro planeta, orbitando incluso más lejos que Saturno. Esto pone en jaque viejas ideas: ¿cómo se forman planetas tan grandes y tan lejanos sin acumular gas como los gigantes?

“Podría deberse a procesos distintos, como acreción lenta o inestabilidad gravitatoria”, señaló Gould. El problema: no tenemos suficientes datos para distinguir qué proceso domina.

Tecnología y colaboración global

El hallazgo fue posible gracias a tres telescopios gemelos, ubicados estratégicamente en Sudáfrica, Chile y Australia, y diseñados para capturar estos destellos fugaces. Cada uno está equipado con cámaras KMTCam construidas por el Laboratorio de Ciencias de la Imagen de Ohio State.

“Encontrar un evento de microlente ya es difícil. Detectar uno que contenga un planeta es el doble de complicado”, explicó Richard Pogge, coautor del estudio.

Pero el esfuerzo valió la pena. Los datos recogidos permitieron separar dos poblaciones planetarias: una de súper-Tierras y neptunos, y otra de gigantes gaseosos. Es decir, el cosmos no solo forma planetas de todo tipo, también lo hace en cantidades inesperadas.

Una mirada al pasado (y al futuro)

“Somos como paleontólogos del cielo”, dijo Pogge. “Queremos reconstruir cómo se forman los sistemas planetarios y qué nos dice eso sobre nuestro propio origen”.

Con cada nuevo planeta descubierto por microlente, se abren puertas a preguntas aún más profundas: ¿Es la Tierra una rareza o solo una entre muchas variantes? ¿Podría alguna de estas súper-Tierras tener condiciones para la vida?

Las respuestas aún no están. Pero con telescopios como los del KMTNet y una comunidad científica que no baja los brazos, la historia del universo comienza a escribirse con más detalle.

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