fbpx
27
Dom, Abr

Ciencia y Tecnología

La inteligencia artificial no transpira ni se baña, pero consume agua. Y no poca. Aunque el algoritmo parezca etéreo, casi mágico, detrás de cada respuesta que devuelve ChatGPT, cada imagen que genera MidJourney o cada reel editado por IA, hay cientos de servidores funcionando a alta temperatura.

Y donde hay calor, hay que enfriar. ¿Con qué? Con agua. Litros y litros de agua. ¿La paradoja? La tecnología del futuro ya está dejando huellas en un recurso del presente que escasea cada vez más.

Un estudio de la Universidad de California en Riverside —bajo el título sugestivo Making AI Less “Thirsty”— puso números a este fenómeno: entrenar un modelo como GPT-3 puede implicar el uso indirecto de hasta 700.000 litros de agua, sólo para refrigerar servidores durante semanas enteras. Sí, 700.000. Como llenar casi 9.000 duchas de cinco minutos.

¿Por qué la IA consume agua?

La IA no toma agua como un ser humano. La “bebe” a través de sus centros de datos, instalaciones que procesan cantidades monumentales de información y se calientan en el proceso. Para que esos equipos no se fundan, se usan sistemas de refrigeración, muchos de ellos basados en agua, que se evapora o circula para mantener todo bajo control térmico.

El impacto varía según:

  • El tipo de modelo (texto, imagen, video).
  • La eficiencia del centro (medida en PUE y WUE).
  • La ubicación geográfica y climática.
  • El tipo de refrigeración utilizada.

¿Cuánta agua se gasta por usar IA?

Una de las formas más efectivas de comunicar el impacto ambiental de la IA es con comparaciones. ¿Sabías que 20 a 50 consultas en ChatGPT consumen medio litro de agua? Una botella. Así de simple. Y generar una imagen con IA cuesta, dependiendo del modelo, entre 1,8 y 18 ml de agua. A priori, no parece grave. Pero cuando multiplicás ese uso por millones de interacciones diarias, la historia cambia.

Ahora, compará con otros consumos habituales:

Actividad o producto Consumo aproximado de agua

  • Generar una imagen con IA= 1,8 a 18 ml 
  • Ducha de 5 minutos= 40 a 60 litros
  • Una hamburguesa= 2.500 litros
  • Una remera de algodón= 2.700 litros
  • Una taza de café= 130 litros

La diferencia es abismal. El impacto de la IA parece menor, pero el problema no es el cuánto, sino el para cuántos. Una sola persona no consume IA una vez por semana. Lo hace todos los días, muchas veces. Y cada uso deja una huella, casi invisible, pero real.

¿Y entonces? ¿Tenemos que apagar la IA?

No. Pero hay que pensarla de otro modo. Porque esta revolución digital, además de energética, es hídrica. Y en un mundo donde los acuíferos se agotan, los incendios avanzan y la desertificación ya no es una amenaza lejana sino una postal de lo cotidiano, seguir desarrollando IA sin preguntarse por su impacto ambiental es irresponsable.

Algunas propuestas para una IA más sustentable:

  • Usar refrigeración por aire o con agua reciclada.
  • Mejorar la eficiencia computacional de los modelos.
  • Elegir centros de datos ubicados en zonas con disponibilidad hídrica y tecnologías limpias.
  • Transparentar el “costo ecológico” de cada uso.

Porque la tecnología no es neutra. Y si la IA va a estar en todo, también debe cargar con parte de la responsabilidad.

Si llegaste hasta acá tomate un descanso con la mejor música