Mientras el mundo sigue lidiando con viejos fantasmas virales como la gripe, el herpes o incluso variantes residuales del SARS-CoV-2, una innovación tan simple como inesperada emerge desde los laboratorios de la Universidad de Pensilvania: un chicle.
Sí, un chicle. Pero no cualquier chicle: uno con proteínas antivirales de origen vegetal que podrían cambiar las reglas del juego.
La clave está en una legumbre poco conocida en estas latitudes: el frijol lablab (Lablab purpureus). A partir de sus semillas, investigadores liderados por Henry Daniell, profesor de la Facultad de Odontología de Pensilvania, desarrollaron una goma de mascar clínicamente formulada que libera FRIL, una proteína natural con capacidad antiviral de amplio espectro.
“Estas observaciones son un buen augurio para minimizar la infección y transmisión del virus”, declaró Daniell.
La investigación, publicada en la revista Molecular Therapy, logró una reducción de más del 95% en las cargas virales de muestras contaminadas con dos tipos de herpes (VHS-1 y VHS-2) y dos cepas de influenza A (H1N1 y H3N2). La misma tecnología ya había mostrado resultados similares contra el SARS-CoV-2 en saliva.
De la boca al laboratorio: el nuevo foco está en la cavidad oral
¿Por qué un chicle? La respuesta está en la cavidad oral como sitio de transmisión clave para virus que, hasta ahora, no se trataban localmente. La mayoría de los enfoques se han centrado en la nariz, los pulmones o la vacunación sistémica. Pero hay virus —como la gripe o el VHS— que se transmiten más eficazmente por vía oral que nasal.
Daniell y su equipo se preguntaron: ¿qué pasaría si se pudiera neutralizar el virus justo donde empieza su viaje?
La goma de mascar con FRIL funciona como una “trampa molecular”: la proteína se une a los virus y evita que se adhieran a las células humanas. En estudios previos, los investigadores ya habían demostrado que esta misma formulación reducía drásticamente la presencia de SARS-CoV-2 en saliva y hisopados bucales.
Y hay más: la goma cumple con los estándares de seguridad de la FDA, un paso fundamental para avanzar hacia ensayos clínicos en humanos.
Gripe aviar: el próximo objetivo del frijol antiviral
Mientras el H5N1 —la llamada gripe aviar— provoca estragos en aves y reporta contagios humanos esporádicos en América del Norte, el equipo de Daniell ahora apunta a usar el polvo de frijol lablab como aditivo en alimentos para aves. El objetivo: contener el virus desde el origen y prevenir la transmisión zoonótica, es decir, de animales a humanos.
En los últimos tres meses, más de 54 millones de aves fueron afectadas por H5N1 en EE.UU. y Canadá, según datos oficiales.
Este enfoque, además de innovador, es estratégico: neutralizar virus en animales antes de que salten a humanos puede evitar epidemias enteras.
Investigaciones previas ya habían confirmado que el polvo de frijol neutraliza cepas de influenza aviar como H5N1 y H7N9, dos de las más peligrosas por su capacidad de mutar y adaptarse a humanos.
¿Es hora de cambiar la estrategia contra los virus?
La OMS estima que la gripe estacional le cuesta a Estados Unidos más de 11.200 millones de dólares al año, sin contar las pérdidas humanas, laborales y hospitalarias. Por otro lado, el virus del herpes simple tipo 1 afecta a dos tercios de la población mundial y es la principal causa de ceguera infecciosa en países desarrollados.
Frente a este escenario, la idea de combatir virus desde la boca y no desde la jeringa suena a una revolución más silenciosa que espectacular, pero no menos potente. Si la goma de frijol cumple lo que promete, podría convertirse en una herramienta de prevención masiva y de bajo costo, ideal para contextos donde las vacunas no llegan, no alcanzan o no existen.
En un planeta donde la próxima pandemia puede nacer en cualquier esquina —y no siempre con aviso—, una goma de mascar podría ser parte del botiquín del futuro.
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