Una mujer de 69 años que padecía insuficiencia renal desde hacía ocho años recibió recientemente un riñón de cerdo modificado genéticamente, en una cirugía realizada en el Hospital Xijing de la Cuarta Universidad Médica Militar de Xi’an, China.
A casi tres semanas de la operación, el equipo médico informó que la paciente evoluciona favorablemente y que el órgano funciona correctamente.
Se trata del tercer caso documentado a nivel mundial de una persona viva que recibe un riñón porcino editado genéticamente, y forma parte de una serie de investigaciones que buscan resolver la histórica escasez de órganos humanos disponibles para trasplante.
Xenotrasplantes: entre el riesgo clínico y el salto científico
La cirugía fue liderada por el doctor Lin Wang, quien explicó que el órgano fue especialmente preparado para reducir el riesgo de rechazo inmunológico y adaptarse a la fisiología humana. Según declaró a NBC News, la paciente permanece internada bajo monitoreo intensivo, aunque sin signos de rechazo agudo.
> “El riñón funciona bien”, afirmó Wang. El caso abre interrogantes médicos, éticos y sociales en torno al uso de órganos animales modificados como alternativa terapéutica frente a la insuficiencia de donaciones humanas.
Hasta el momento, cuatro personas recibieron riñones porcinos y dos, corazones, según datos del mismo medio estadounidense. No todos los casos evolucionaron de forma positiva: algunas cirugías fracasaron a las pocas horas o días, aunque las más recientes muestran respuestas esperanzadoras.
El hígado, el próximo desafío
El equipo chino también trabaja en trasplantes de hígado porcino. En un estudio publicado el 26 de marzo en la revista Nature, se detalla que implantaron un hígado de cerdo en una persona con muerte cerebral, con un resultado que sorprendió a los investigadores: el órgano sobrevivió diez días, y comenzó a producir bilis y albúmina, dos sustancias clave para la función hepática.
> “Es un paso inicial, pero estamos ante más preguntas que respuestas”, señaló la doctora Parsia Vagefi, del Centro Médico UT Southwestern, que no participó del estudio.
En una línea similar, científicos estadounidenses han probado conectar hígados porcinos a cuerpos humanos desde el exterior, como una especie de “diálisis hepática”, para filtrar toxinas de forma temporal.
Bioética, ciencia y una carrera internacional en marcha
Mientras Estados Unidos y China lideran los experimentos con xenotrasplantes, la comunidad científica debate el marco regulatorio, los límites de la manipulación genética y el impacto sanitario a largo plazo. No se trata solo de reemplazar órganos, sino de hacerlo sin consecuencias inmunológicas, virológicas ni éticas graves.
Wang confirmó que su equipo ya intentó reemplazar completamente un hígado humano con uno porcino en otra persona con muerte cerebral, y que se encuentran estudiando los resultados clínicos y moleculares de ese procedimiento.
¿Una solución a la escasez o un experimento sin red?
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada 10 minutos muere una persona en espera de un trasplante en el mundo. La posibilidad de utilizar órganos animales modificados —xenotrasplantes— representa una posible solución radical a esa carencia. Sin embargo, los riesgos no son menores: desde rechazos fulminantes hasta eventuales transmisiones cruzadas de virus animales a humanos.
El desafío, ahora, no es solo científico, sino también político, económico y ético: ¿quién accede a estos trasplantes?, ¿qué empresas estarán detrás de la producción de órganos animales?, ¿cómo se regulan los ensayos? Las respuestas, como la medicina, están todavía en construcción.
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