Frutas, verduras, aceite de oliva y pescado podrían ser tan importantes como los tratamientos convencionales en el control de esta enfermedad crónica.
¿Quién no ha oído hablar de la dieta mediterránea? Aceite de oliva, verduras frescas, pescado a la plancha, pan integral, frutos secos. Un estilo de vida tanto como una manera de comer. Lo curioso es que ahora no se habla solo de corazón o de longevidad: también podría mejorar una enfermedad tan molesta como la psoriasis.
El ensayo en Madrid
Un grupo de dermatólogos españoles probó algo simple: ¿qué pasa si pacientes con psoriasis leve o moderada siguen este patrón alimenticio durante unas semanas? El resultado fue llamativo.
En el ensayo MEDIPSO, hecho en Madrid, 38 adultos fueron divididos en dos grupos. La mitad comió bajo la guía de un dietista siguiendo la dieta mediterránea. La otra mitad recibió solo consejos básicos de “coma menos grasa” y nada más.
A las 16 semanas, casi la mitad de los pacientes del grupo mediterráneo mejoraron un 75 % en sus síntomas cutáneos. En el grupo de control, nadie.
No fue la balanza, fue la inflamación
Hasta ahora se pensaba que la mejoría en la piel aparecía solo cuando la gente bajaba de peso. Pero aquí la clave fue otra: la inflamación.
La dieta mediterránea es rica en antioxidantes y grasas saludables. El aceite de oliva, los tomates, los frutos secos, el pescado azul: todos esos alimentos reducen el estrés oxidativo y calman las defensas del cuerpo, que en la psoriasis atacan por error a la propia piel.
Dicho más sencillo: en lugar de producir nuevas células cutáneas a toda velocidad (el origen de esas placas rojas y escamosas), el sistema inmune se tranquiliza.
Más allá de la piel
Lo interesante es que no solo mejoró la piel. Los pacientes reportaron dormir mejor, menos ansiedad y una calidad de vida más llevadera. Algo que no siempre ocurre con las cremas o incluso con ciertos fármacos.
Y lo mejor: sin efectos secundarios graves. Lo único que hacía falta era comprometerse con los garbanzos, las ensaladas, el pescado y el aceite de oliva virgen extra.
Lo que falta por saber
Claro, se trata de un estudio pequeño, 38 personas no son suficientes para cambiar guías clínicas. Pero marca un camino. Y plantea una pregunta incómoda: si la dieta influye tanto, ¿no debería ser parte central del tratamiento médico, y no solo un consejo en voz baja?
Si la comida puede calmar una enfermedad autoinmune, ¿cuánto más estamos subestimando el poder de lo que ponemos en el plato cada día?
Fuente: DOI: 10.1001/jamadermatol.2025.3410
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