Con esa frase provocadora, Cristina Kirchner vincula el proceso judicial con la crisis económica del Gobierno de Javier Milei.
La expresidenta Cristina Kirchner volvió a disparar contra el juicio de la Causa Cuadernos y lo hizo con frases que retumban en la arena política argentina: que los cuadernos fueron “fabricados”, que la causa es una «opereta judicial» y que el país está “sin Estado de Derecho … con la cancha inclinada”.
Los hechos que denuncia —el procesamiento del expolicía Jorge Bacigalupo por adulterar los cuadernos, según los medios— confirman que no se trata sólo de un discurso resistente sino de cuestiones de fondo que pueden reconfigurar el escenario del juicio.
¿Qué está en juego?
Los cuadernos que sirvieron de base para una de las causas más resonantes de corrupción de la Argentina (la Causa Cuadernos) quedaron bajo sospecha. Cristina sostiene que las pericias oficiales “confirmaron” que los cuadernos “no fueron escritos, fueron fabricados”.
El procesamiento de Bacigalupo, al que refiere Cristina, fue dictado por el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi y lo imputa de “adulterar y reescribir los famosos cuadernos” que originaron el expediente.
Esto abre un interrogante grave: si la prueba clave del juicio se encuentra comprometida, ¿cómo sostener la acusación sin poner en riesgo la credibilidad del sistema penal?
El vínculo con la crisis económica
Cristina Kirchner no se limita a un reclamo judicial: vincula la causa al escenario económico y social que atraviesa el país. Argumenta que la causa “servía para tapar los efectos del modelo económico de Javier Milei” y que mientras tanto el consumo se desploma —“el papel higiénico fue lo más vendido en el Cyber Monday…”—.
Esa analogía entre justicia, economía y espectáculo (“si no hay pan, que haya circo… o papel higiénico”) refuerza la tesis de que el Gobierno desplegaría juicios mediáticos para distraer. Es una acusación seria: si el sistema de justicia se convierte en parte del show político, la institucionalidad queda dañada.
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