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Mié, Sep

Nacional

En su reciente discurso en Merlo, Cristina Fernández de Kirchner volvió a plantarse con una claridad que pocas figuras políticas argentinas logran mantener después de tantos años en escena.

Bajo el título “Sigue siendo la economía bimonetaria, estúpido”, la ex presidenta centró su mensaje en uno de los temas que más la preocupa: la histórica dependencia del dólar en la economía argentina. Cristina sabe que, para una parte importante de la población, hablar del peso y el dólar es sinónimo de incertidumbre, de crisis cíclicas y de frustración. Pero su diagnóstico va más allá: plantea que esta relación es un obstáculo que impide a Argentina crecer con verdadera independencia económica.

La bimonetariedad: ¿qué propone Cristina?

El concepto no es nuevo, pero Cristina lo presenta como una de las claves para entender los problemas estructurales del país. Según ella, mientras Argentina siga dependiendo del dólar para ahorrar, invertir y planificar, no habrá política económica que realmente funcione. Para justificar su punto, citó al economista Aldo Ferrer, quien defendía la idea de que Argentina debía apoyarse más en sus propios recursos y menos en el exterior. ¿Es esto una quimera en un país donde la confianza en el peso está por el suelo? Tal vez. Pero Cristina insiste en que sin políticas públicas que frenen esta dolarización de facto, seguirán siendo inútiles los esfuerzos por estabilizar la economía.

¿Es solo un repaso del pasado?

Cristina no habló solo del dólar. Como es habitual en ella, hizo un repaso de su gestión, recordando hitos como la reestatización de YPF, la creación de la Asignación Universal por Hijo, y el impulso a la ciencia y la tecnología. Es claro que busca contrastar sus logros con lo que vino después, marcando un “antes y después” entre su gobierno y las políticas actuales. Y no es casual: apela constantemente a los logros medibles de su administración, como el aumento del PBI destinado a la educación, para reforzar su mensaje de que su modelo sigue siendo el más efectivo para el bienestar de las mayorías.

Sin embargo, su discurso va más allá del autobombo. Al colocar su legado en el centro, busca recordarle a su público y al electorado que su visión sigue vigente, que ella ya logró lo que otros no pudieron. Pero, ¿alcanza solo con recordar lo que ya fue? Cristina parece decir que sí, pero el presente argentino —con una inflación galopante y una pobreza que no cede— plantea dudas sobre si esas recetas todavía son suficientes.

La pregunta del millón: ¿Cristina candidata?

El hecho de que Cristina siga tan activa en la vida pública alimenta siempre la misma pregunta: ¿volverá a ser candidata?. Hasta ahora, su rol parece ser más el de una figura clave que opera desde las sombras, influyendo sin ocupar el centro del escenario. Su discurso en Merlo no dio pistas claras, pero sí refuerza algo: su liderazgo dentro del peronismo es innegable. Ningún otro dirigente tiene su capacidad de movilizar y convocar, aunque esa misma centralidad puede ser un arma de doble filo. Cristina polariza, y aunque su base le es fiel, ¿alcanza para sumar nuevos votantes? Y, en todo caso, ¿le conviene al peronismo seguir apostando todo a su figura?

Es claro que su discurso apunta a mantener su relevancia política y a marcar agenda. Cristina no se retira, pero su futuro dentro de la arena electoral sigue siendo una incógnita. Lo que queda claro es que, aunque no esté en la Casa Rosada, su influencia sigue modelando buena parte de la política argentina.

¿Y el peronismo qué?

Aquí surge otra cuestión clave: ¿Puede el peronismo pensar en un futuro sin Cristina al frente?. Su liderazgo es una bendición y una maldición. Mientras siga siendo la figura central, otras voces y proyectos dentro del movimiento tendrán dificultades para ganar protagonismo. Pero, ¿qué pasa si Cristina decide no ser candidata? El espacio peronista, más allá de su liderazgo, necesita renovar caras y construir nuevas alternativas que logren trascender su figura.

El discurso en Merlo, en definitiva, es una reafirmación de que el kirchnerismo sigue teniendo peso, pero también deja en el aire la pregunta sobre cómo se reconstruirá el peronismo para el futuro. ¿Es Cristina la única capaz de ganar elecciones?. La respuesta parece depender tanto de su capacidad para convocar como de la fragmentación de la oposición. El tiempo dirá si su rol en la política se reconfigura o si sigue siendo el imán que agrupa y, al mismo tiempo, delimita el alcance del peronismo.

Conclusión

El discurso de Cristina en Merlo fue, en esencia, una reafirmación de su rol como estadista y líder indiscutida de un sector del peronismo. Sostener que el problema de la bimonetariedad sigue siendo central es una forma de decir que su visión económica aún tiene vigencia. Pero también es un recordatorio de que, sin soluciones a los problemas estructurales del país, los discursos pueden quedarse cortos. La gran incógnita sigue siendo si Cristina volverá al escenario principal o si su rol será el de la líder que desde afuera marca el camino. Lo que está claro es que su peso en la política argentina sigue siendo enorme, y que cada vez que habla, deja más preguntas abiertas que respuestas cerradas.

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