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Dom, Abr

Economía

La reciente decisión del Gobierno libertario de modificar el esquema cambiario hacia una flotación administrada entre bandas marcó el inicio de una nueva etapa en la política económica. Hoy los economistas advierten de una fuerte caída del consumo y complicaciones para el acceso al crédito.

Atrás quedó el crawling peg al 1% mensual, que, según admiten hasta en el oficialismo, ya no podía sostenerse más sin agotar reservas. Sin embargo, la nueva estrategia —avalada por el mercado, pero no sin riesgos— podría enfriar aún más la actividad económica, afectar el consumo y complicar el acceso al crédito, según advierten economistas y consultoras.

En paralelo, se disipan las expectativas sobre una mejora en el frente externo: la devaluación no garantiza un salto exportador, y el supuesto "rebote" que muestran algunos indicadores podría tener más de espejismo estadístico que de recuperación genuina.

“Tampoco hay que confundirse con que el crecimiento de este año será genuino, sino sobre todo un rebote del año pasado”, remarcó el economista Montagu.

Más tasas, menos consumo: el impacto inmediato

Según el economista Maximiliano Ramírez, director de la consultora Lambda, el endurecimiento financiero ya se siente en la calle. La suba de tasas, aunque no comandada por una decisión formal del Banco Central, impacta directamente en el costo del crédito.

“Los bancos comenzaron a subir las tasas de los depósitos y, como consecuencia, también aumentaron las tasas de los préstamos. El acceso al crédito para familias y empresas volvió a restringirse”, explicó Ramírez.

Esto no es menor en un escenario donde el consumo es el motor más inmediato de la actividad, y donde los ingresos reales continúan cayendo. La consultora proyecta una inflación del 4,5% para abril y del 4,8% para mayo, lo que termina por erosionar la capacidad de compra.

Un rebote estadístico, no un boom económico

Aunque algunos analistas del mercado y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) prevén un crecimiento del 5% para 2025, desde el plano académico y técnico hay más cautela.

Para Montagu, el crecimiento interanual es solo un rebote frente al desplome del primer semestre de 2024. Algo que también matiza Orlando Ferreres, quien sostuvo que la inflación de abril “podría rondar el 5%”, lo cual indica un estancamiento desinflacionario que aún no se traduce en recuperación real.

Exportaciones: el otro canal que no tracciona

A diferencia de lo que suelen prometer las devaluaciones, esta vez no se espera un salto en las exportaciones. ¿Por qué? Porque los precios de los commodities están en baja, sobre todo por la prolongación de la guerra arancelaria global, ahora potenciada por las tensiones entre China y EE.UU.

La soja, el maíz, el trigo y el petróleo —rubros clave para la Argentina— no tendrán el viento de cola necesario para compensar la caída interna. En ese sentido, Montagu advirtió que la devaluación no traerá beneficios automáticos:
> “Hubiese sido una consecuencia positiva, pero no va a pasar esta vez”.

Dólar, reservas y FMI: un equilibrio inestable

En este esquema de bandas flotantes, el Gobierno se comprometió ante el FMI a acumular reservas por 4.000 millones de dólares hasta junio y 9.000 millones a diciembre. Pero el propio mercado duda.

Un consultor que trabaja con el sector productivo, en diálogo reservado, afirmó:

“No se va a cumplir. Para lograrlo, el dólar debería estar entre los $1300 y $1350, pero eso tensionaría el frente inflacionario y político. El Gobierno va a pedir un waiver”.

La administración Milei —focalizada en cumplir metas macro con el Fondo, aunque a costa del consumo— sostiene el tipo de cambio relativamente contenido para evitar espirales, pero pierde márgenes de maniobra política ante una sociedad cada vez más desgastada por la recesión.

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