El empresario detenido por narcotráfico dijo que bancó la campaña del diputado libertario José Luis Espert en 2019. “Usó mis aviones, mi camioneta, y después me negó”, disparó.
Cuando el discurso anticasta se convierte en un búmeran, el golpe no lo frena ni la ideología. José Luis Espert, adalid del orden, el mercado y la “cárcel o bala” para todos los que estorben, acaba de quedar expuesto por su pasado inmediato: el empresario Fred Machado, detenido por narcotráfico y estafas, lo señaló como beneficiario directo de un financiamiento millonario no declarado durante la campaña de 2019.
En una entrevista con Radio Rivadavia, Machado no se guardó nada: dijo que le transfirió más de 200 mil dólares a Espert a través de un contrato de consultoría, que puso a su disposición aviones, una camioneta blindada, logística electoral y hasta ayuda para publicar un libro. Todo, según él, con buena fe. “Lo hice por lástima”, disparó. Y agregó: “No era el Espert de ahora, el del dedito. Me pareció un tipo noble”.
Pero lo que más le dolió al empresario no fue el dinero. Fue el silencio. “La cagada de Espert es que tendría que haber reconocido todo en abril de 2021. Pero me negó. Hay fotos, hay testigos, hay videos. Volaste”, sentenció. A esa frase no le falta potencia: es una confesión pública de ruptura, pero también una advertencia. El libertario lo borró del mapa cuando la Justicia empezó a mirar. Y ahora Machado parece decidido a contar lo que sabe.
El contexto no ayuda a Espert. En plena campaña legislativa, y con un gobierno tambaleando por escándalos internos, el diputado aparece rodeado por denuncias que desmienten su narrativa de pureza liberal. El hombre que cuestiona subsidios, asistencia estatal y la “moral de los políticos” ahora queda salpicado por una trama de dinero informal, vínculos opacos y silencio estratégico.
¿Dónde queda el discurso de la “libertad” cuando el financista está preso por narcotráfico? ¿Qué legitimidad tiene quien pide orden y transparencia si no puede explicar quién pagó sus afiches y sus giras?
Machado no es cualquier nombre. Está vinculado a una red internacional de estafas y tráfico de cocaína. Hoy está detenido. Pero si sus dichos se confirman —si hay pruebas, fotos, videos, contratos, como dice—, Espert no solo tiene un problema de imagen. Tiene un problema judicial.
En política, los silencios cuestan. Y las traiciones también. El financiamiento electoral es un campo minado. Y esta vez, el economista que quería detonar el sistema puede haber dejado sin pólvora su propio relato.
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