Según científicos organizadores, municipios y escuelas podrían aprovechar los eventos como herramientas de salud pública y bienestar emocional.
¿Querés estar mejor? Salí. Participá. Gritá. Saltá. Porque ir a un evento es mucho más que “pasarla bien”.
Un estudio publicado por la Universidad de Australia del Sur, en conjunto con la Universidad de Flinders, confirmó lo que muchas veces intuimos pero no siempre ponemos en práctica: asistir a eventos presenciales mejora de manera significativa el bienestar emocional y psicológico de las personas.
Bajo el título “The Value of Events for Personal Well-Being: A PERMA Perspective”, la investigación encuestó a más de 350 personas en Australia del Sur, revelando una conexión clara entre la asistencia frecuente a festivales, ferias, partidos deportivos, muestras artísticas y eventos gastronómicos, y un mayor nivel de satisfacción, entusiasmo, alegría y compromiso con el presente.
¿Qué significa esto en criollo? Que ir a un festival no es solo para divertirse, sino que tiene un impacto directo y medible en la salud mental.
Un bienestar que no se clona por Zoom
El estudio comparó los efectos de los eventos presenciales con los virtuales, y si bien estos últimos ofrecieron una sensación limitada de logro, no se acercan al impacto emocional y social de una experiencia física, compartida y real.
La profesora Sunny Son, una de las autoras del estudio, fue clara: “Participar en eventos mejora el bienestar individual y promueve comunidades más conectadas, saludables y sostenibles”. O sea, los festivales también son políticas públicas en potencia.
¿Y si el bienestar se programara en la agenda municipal?
La profesora adjunta Eliza Kitchen propuso que los eventos presenciales podrían ser una estrategia válida incluso para universidades, empresas o gobiernos locales. En otras palabras: los eventos ya no deben pensarse solo en clave turística o de consumo, sino también como herramientas activas de salud emocional. Desde una feria de libros hasta un encuentro de cerámica, cada espacio compartido es un espacio que mejora vidas.
Lo que el estudio sugiere es, básicamente, una idea potente: el bienestar no se reduce al consumo individual o al encierro productivo, sino que puede y debe potenciarse con experiencias compartidas, con el otro, en comunidad.
Más allá de la economía del evento: una política del encuentro
En tiempos de algoritmos, aislamiento digital y trabajo remoto, el mensaje es directo y casi contracultural: la alegría sigue estando afuera. En la plaza, en el teatro, en el festival del fin de semana. Si queremos comunidades más sanas, menos medicalizadas, más conectadas y vitales, los municipios y los gobiernos deberían mirar con más atención al calendario cultural.
No se trata de sumar eventos porque sí, sino de entender que detrás de cada feria hay una posibilidad de encuentro, y que cada escenario puede ser también una trinchera contra la tristeza.
Fuente: DOI: 10.1002/jtr.70061
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