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Mar, Jul

Interés General

La EPH del Indec muestra que, detrás del 7,9 %, hay 495.000 nuevos desempleados y una ola de precarización, cuentapropismo con fraudes y cierre de 13.800 firmas.

Los números del Indec no mienten: la tasa de desocupación alcanzó un 7,9 % en el primer trimestre, la más alta desde 2021, y subió un punto y medio respecto al último trimestre de 2024. Son 495.167 nuevos desempleados desde diciembre de 2023, en el marco de medidas económicas que favorecen la informalidad y destruyen el trabajo formal.

A un año de asumir, el gobierno de Javier Milei ha promovido un modelo laboral basado en la conversión del empleo asalariado en modalidades más inestables: monotributistas, cuentapropistas o incluso trabajo en negro. El 42 % de informalidad en la PEA, y solo el 46 % de los ocupados con aportes jubilatorios, muestran un mercado de trabajo roto.

Institutos como CEPA certifican que el aumento de la PEA (Población Económicamente Activa) fue mayor que el del empleo, y hablan de una “presión laboral” que ya alcanza al 30 % de los trabajadores. En paralelo, el IPyPP denuncia que 243.000 desocupados van acompañados de 330.000 trabajadores que buscan más trabajo, totalizando más de medio millón presionando por empleo.

Mientras tanto, sectores clave del mercado interno en pico de destrucción: construcción cayó 19 %, industria 17 % y comercio 7,3 %, según datos de ARCA e IPyPP.

El empleo formal sufre un vaciamiento real: 195.700 asalariados registrados menos desde noviembre 2023, según SIPA. Esto se traduce en fraude laboral: muchas relaciones hoy se canalizan como “trabajo independiente”, pero en la práctica son empleo encubierto sin derechos ni aportes.

La reforma laboral implementada no ha creado un solo puesto formal: sólo impulsó modalidades precarizadas y sin seguridad social.

El cierre “fraudulento” de la gráfica Morvillo, que dejó a 250 trabajadores en la calle y ocupa su planta desde hace más de 114 días, es la cara brutal del ajuste. Esta empresa, con antigüedad en producción de folletos y boletas escolares, fue vaciada pese a que los trabajadores ofrecen un plan productivo viable. El Estado, sin embargo, mira para otro lado.

Detrás del 7,9 % del desempleo hay personas sin ingresos, familias forzadas a una informalidad angustiante y comunidades lastimadas por un ajuste estructural que golpea fuerte al tejido productivo. El modelo económico impulsado por Milei esconde su fracaso detrás de cifras y referentes librecambistas: mientras el poder central recorta derechos, el vaciamiento del trabajo registrado avanza, generando desempleo, precarización y pobreza laboral.

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