La prestigiosa Revista Nature publicó un documento en el que a un año de la presidencia de Javier Milei, la comunidad científica argentina enfrenta un panorama desolador.
Con un presupuesto reducido drásticamente, la degradación de la Secretaría de Ciencia a una dependencia de menor jerarquía y salarios que han perdido hasta el 30% de su poder adquisitivo, investigadores de renombre advierten sobre el colapso del sistema científico nacional.
“El presupuesto para la ciencia es un tercio menor que el del año pasado”, alerta Jorge Geffner, director del Instituto de Investigación Biomédica en Retrovirus y SIDA (INBIRS). Esto ha generado un éxodo masivo de talentos, con científicos buscando mejores condiciones en el extranjero.
Recortes que devastan
En su cruzada por reducir el déficit fiscal, Milei ha aplicado una "estrategia de la motosierra" al gasto público, dejando a instituciones clave como la Agencia Nacional para la Promoción de la Investigación prácticamente paralizadas. En septiembre, Alicia Caballero, presidenta de la agencia, renunció tras denunciar que no se le permitió utilizar fondos provenientes de organismos internacionales.
Además, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) ha sufrido una pérdida de 1.000 trabajadores, incluidos científicos, técnicos y personal administrativo. Este deterioro afecta tanto a la investigación básica como a los programas de formación, como el Instituto Balseiro, cuya plantilla también se está reduciendo.
“Con seis meses más así, no quedará nada de la comunidad científica en Argentina”, advierte Mariano Cantero, director del Balseiro, en Bariloche.
Ideología versus ciencia
A los recortes presupuestarios se suma un enfoque ideológico en la asignación de recursos. Manuel García Solá, exmiembro de la junta directiva del CONICET, denunció que el gobierno de Milei está rechazando proyectos con criterios políticos. “Evaluaban las investigaciones buscando ‘signos de comunismo’, un absurdo que atenta contra el desarrollo científico del país”, afirmó.
El presidente, conocido por sus posturas polémicas, tampoco ocultó su desprecio hacia los científicos. En un foro realizado en septiembre, los instó a “salir al mercado” y dejar de esconderse “como sinvergüenzas detrás del Estado”.
El impacto internacional
El deterioro no solo afecta a la ciencia local. El mes pasado, Milei retiró a los delegados argentinos de la cumbre climática COP29 en Azerbaiyán, en línea con su negacionismo del cambio climático, al que describe como una “variación natural”. Este enfoque ha generado preocupación internacional y críticas de expertos como Alejandro Valenzuela, biólogo de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego: “El discurso del gobierno va en contra de la evidencia científica y tendrá consecuencias graves”.
Además, el abandono de la agenda climática compromete los compromisos de Argentina en foros globales y pone en riesgo acuerdos de financiamiento vinculados a la biodiversidad y la mitigación del cambio climático.
La fuga de cerebros
La situación ha desencadenado un nuevo éxodo de investigadores, como Luis Moyano, físico especializado en inteligencia artificial en el Centro Atómico de Bariloche. Moyano decidió mudarse a España al no poder mantener a su familia con su salario en Argentina. “Nunca fue ideal, pero con este gobierno todo es peor”, dijo, recordando cómo el programa Raíces, implementado en 2016, había logrado repatriar a talentos científicos.
Hoy, muchos científicos consideran la emigración como su única salida, mientras el gobierno sigue mostrando indiferencia hacia el valor de la ciencia.
Fuente: Revista Nature
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