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Jue, Abr

Ciencia y Tecnología

Un estudio de la Universidad de Oxford afirma que la esperanza de vida varia conforme a los niveles de violencia en sus sociedades pero además en el trabajo donde se utilizaron datos de 162 países surgieron datos preocupantes. Aquí los detalles.

El sentido común nos dice que vivir en un país violento acarrea un mayor riesgo de morir prematuramente. Pero ¿hasta qué punto? Una investigación reciente ha explorado la cuestión.

La duración de la vida en países violentos es menos predecible y la esperanza de vida de los jóvenes puede ser hasta 14 años más corta en comparación con los países pacíficos, según el nuevo estudio, realizado por un equipo internacional que ha sido liderado desde la Universidad de Oxford en el Reino Unido y en el que ha participado Tim Riffe, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

La incertidumbre de vida hace referencia a la dispersión en las edades de mortalidad. Por ello, cuanto mayor es la dispersión, mayor incertidumbre.

Utilizando los datos de mortalidad de 162 países y el Índice de Paz Interna entre 2008 y 2017, el estudio muestra que los países más violentos también son aquellos con mayor incertidumbre de vida. En el caso de Oriente Medio son las muertes relacionadas con el conflicto a edades tempranas las que más contribuyen a la percepción de incertidumbre elevada. Asimismo, en América Latina se observa un patrón similar resultado de los homicidios y de la violencia interpersonal. En el otro extremo nos encontramos que la incertidumbre de vida fue "notablemente baja" entre 2008 y 2017, en la mayoría de los países del norte y sur de Europa.

En los países de ingresos altos, la reducción de la mortalidad temprana por cáncer ha influido en reducir la incertidumbre de vida. Sin embargo, en las sociedades más violentas, la incertidumbre de vida es incluso experimentada por aquellos que no están directamente involucrados en la violencia. El informe recoge que “Los ciclos de pobreza, inseguridad y violencia amplifican los patrones estructurales preexistentes de desventaja para las mujeres. En algunos países de América Latina, los asesinatos a mujeres han aumentado en las últimas décadas y la exposición a entornos violentos tiene consecuencias sociales y de salud, en particular para niños y mujeres”. Según los autores del estudio "Si bien los hombres son las principales víctimas directas de la violencia, las mujeres tienen más probabilidades de experimentar sus consecuencias en contextos violentos".

Según el informe, la esperanza de vida más baja suele estar asociada con una mayor incertidumbre de vida. Además, vivir en una sociedad violenta crea vulnerabilidad e incertidumbre y eso, a su vez, puede conducir a un comportamiento más violento. Los países con altos niveles de violencia tienen una esperanza de vida más baja que los más pacíficos. Se estima una brecha de alrededor de 14 años en la esperanza de vida entre los países menos y más violentos. Así en países como El Salvador, Honduras, Guatemala o Colombia la brecha en la esperanza de vida con los países de altos ingresos se explica principalmente por el alto nivel de mortalidad debido a los homicidios.

Según Riffe, es importante mostrar en un sentido amplio los efectos que la violencia tiene para la salud de la población, de modo que pueda considerarse un problema de salud pública y, por lo tanto, pueda ser susceptible de programas de prevención. La violencia, como causa de muerte, resulta en principio, más fácil de prevenir que otras grandes causas, como puede ser el cáncer, y los beneficios de hacerlo son tanto inmediatos como duraderos, de hecho, existen muchos ejemplos de sociedades que transitaron de una situación de elevada violencia a otra de paz prolongada.

El estudio está basado en el uso masivo de datos y se fundamenta, en parte, en estimaciones de mortalidad modeladas por el proyecto Global Burden of Disease, ya que muchas de las poblaciones incluidas no tienen información demográfica directa sobre la mortalidad, debido a que en gran parte del mundo, los sistemas de registro vital, que nos permiten desarrollar una investigación como esta de forma directa, están aún por desarrollar o requieren de mejoras significativas.

El estudio se titula “A global assessment of the impact of violence on lifetime uncertainty”. Y se ha publicado en la revista académica Science Advances.

Fuente: UPV/EHU