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Jue, Abr

De izquierda a derecha: Un sarcófago etrusco que estuvo guardado en un puerto libre durante décadas a nombre de una empresa fantasma y regresó a Italia a principios de este año junto con otras antigüedades robadas de tumbas; “Pequeño arlequín con flores”, de Picasso, un retrato de su hijo Paolo en disfraz de arlequín, una de las 4500 obras de la familia de coleccionistas y comerciantes de arte Nahmad de Londres que se dice tenía guardada en el puerto libre de Ginebra; “Cristo como Salvator Mundi”, un óleo sobre madera de Leonardo da Vinci que salió a la luz por primera vez en 2004 y fue enviado a un puerto libre tras su compra en 2013

Internacional

La insípida zona del puerto franco cerca del centro de Ginebra, una serie de bodegas de color gris y beige rodeadas de vías de tren, calles y una cerca de alambre de púas, parece un lugar donde la belleza va a morir.

No obstante, en sus muros, embaladas o selladas una junto a la otra en bóvedas atiborradas, se encuentran más de un millón de algunas de las obras de arte más exquisitas que se hayan hecho nunca.

Tesoros de los días de gloria de la antigua Roma. Pinturas que deberían estar en un museo de los Grandes Maestros de la Pintura. Unas mil obras de Picasso.

Como el precio del arte se ha disparado, tal vez nada ejemplifica mejor la perspectiva del arte como lingote de oro para el coleccionismo contemporáneo que la proliferación de bodegas como esta, donde se guardan en cantidades cada vez mayores obras de arte cuyos dueños están más interesados en ver cómo suben de valor que en colgarlas de las paredes.

En Ginebra, operan cada vez más como bodegas de los megarricos. Los puertos libres, ubicados en países y ciudades con incentivos fiscales, ofrecen un ahorro y seguridad que para los coleccionistas y comerciantes de arte resultan casi irresistibles (a alguien que compra una pintura de 50 millones de dólares en una subasta en Nueva York, por ejemplo, le esperan impuestos por esa compra de 4,4 millones. Así que envía la pintura a un puerto libre y la cuenta pendiente ante el fisco desaparece, por lo menos hasta que decida regresar la pintura a Nueva York).

La tendencia levanta sospechas sobre el uso de estos espacios de almacenamiento para actividades ilegales. También genera preocupación dentro del mundo del arte en cuanto al efecto que el almacenamiento al por mayor tiene en el arte mismo.

Al menos cuatro importantes puertos libres en Suiza se especializan en el almacenaje de arte y otros bienes de lujo como vinos y joyería, y hay cuatro más —de reciente construcción— en todo el mundo: Singapur (2010), Mónaco (2012), Luxemburgo (2014) y Newark, en Delaware, (2015).

Tan solo una de las colecciones asciende a la modica suma de 2 mil millones de dólares del multimillonario ruso Dmitry M. Rybolovlev, que incluye un Rothko, un Van Gogh, un Renoir, el “Serpientes acuáticas II” de Klimt, “San Sebastián” de El Greco, “La boda de Pierrette” de Picasso y “Cristo como Salvator Mundi” de Leonardo da Vinci (Rybolovlev demandó a su antiguo asesor artístico, un importante operador de puertos libres de Ginebra, y desde entonces llevó su colección de Ginebra a unas bodegas en Chipre, según consta en documentos que se presentaron el año pasado en los tribunales).