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Jue, Nov

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Por primera vez en dos décadas, el Conicet y otros organismos científicos atraviesan un descenso inédito de personal, impactando gravemente en la capacidad científica del país.

Según el reciente informe de Evolución de Empleo y Recursos Humanos del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación del Grupo EPC-CIICTI, en lo que va de 2024, el Conicet perdió 1055 trabajadores, incluyendo 598 investigadores de carrera y 457 becarios. Esta baja forma parte de un ajuste mayor: en menos de un año, el sector científico público en Argentina se ha reducido en 2696 empleos.

Un recorte sin precedentes en ciencia y tecnología

A esta tendencia se suma un ajuste presupuestario histórico que ha disminuido los fondos para ciencia y tecnología en un 31,3% en términos reales, según el CIICTI, alcanzando un mínimo de 0,216% del PBI. Esto ha desatado una nueva ola de “fuga de cerebros”, donde destacados investigadores están optando por abandonar el país, mientras otros caen fuera del sistema de ciencia nacional.

Casos como el de Carolina Marvaldi, biotecnóloga especializada en investigaciones sobre parto prematuro, revelan el efecto directo de estos recortes. Tras años de investigación en Argentina, Marvaldi ha decidido emigrar a Estados Unidos, donde continuará su carrera en el Instituto Nacional de Salud. “El detonante fue no obtener la beca de Conicet y ver cómo los subsidios para investigación se paralizan. Así no podemos llevar a cabo ningún proyecto”, expresó en una reciente entrevista.

Investigadores de primera línea, sin apoyo para continuar

A este éxodo se suman científicos que ya habían sido repatriados por el programa Raíces, una iniciativa estatal que buscaba revertir la fuga de cerebros. Alejandro Díaz-Caro, matemático que había regresado en 2014, ahora retorna a Francia. “Sin financiamiento, sin becas para doctorandos, y con salarios cada vez más bajos, decido volver a un país que me recibe con un contrato específico para atraer investigadores”, explicó Díaz-Caro, describiendo la situación como una “motosierra” aplicada al sistema científico.

Impacto social de la fuga: menos conocimiento para los desafíos locales

La pérdida de personal científico y administrativo también genera vacíos en investigaciones con impacto regional, como los estudios arqueológicos en Catamarca o investigaciones históricas sobre la administración local en Santa Fe, lo que a la larga reduce las herramientas para entender y resolver problemas sociales específicos.

Leonardo Venerus, biólogo en el Centro Nacional Patagónico, sostiene que esta pérdida de capacidades no se limita a quienes emigran. “Se caen del sistema investigadores que no pueden continuar su trabajo; muchos terminan en sectores ajenos a la investigación científica, perdiéndose su potencial para el desarrollo del país”, señaló Venerus. Es una forma de pérdida que, según el biólogo, “probablemente sea mucho mayor al número de los que efectivamente emigran”.

En este contexto, los fondos internacionales para investigación científica, aprobados en gobiernos anteriores y que ascienden a 53 millones de dólares, permanecen sin ser utilizados.

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