Con un mercado recalentado y con el dólar blue bordeando los $1.300, el Fondo Monetario Internacional confirmó que las conversaciones con el gobierno argentino para firmar un nuevo acuerdo de facilidades extendidas “se encuentran avanzadas”, aunque deslizó objeciones sobre el esquema cambiario que propone Economía.
La declaración surgió luego de una reunión entre el staff técnico del organismo, encabezado por el uruguayo Luis Cubeddu, y el Directorio Ejecutivo del FMI. Según el comunicado difundido por voceros del organismo, se trató de una instancia “habitual” dentro de los procesos internos, donde el staff presentó el estado de las negociaciones y los lineamientos generales del eventual acuerdo.
“El equipo técnico del Fondo está manteniendo consultas con el Directorio Ejecutivo. Las conversaciones sobre un nuevo programa respaldado por el Fondo se encuentran avanzadas y en el marco de nuestros procesos internos habituales”, indicaron fuentes del FMI.
Sin embargo, debajo de esa declaración medida, hay ruido. No es casual que el Fondo todavía no haya bendecido el acuerdo, ni que se espere una definición recién para el jueves, en la conferencia de prensa que brindará la vocera Julie Kozack a las 11.30 (hora argentina). El mensaje entre líneas es claro: aún quedan temas sensibles por resolver.
Bandas cambiarias: el fantasma de 2018
Uno de los puntos que frena el cierre es la resistencia del Fondo a convalidar el esquema de bandas cambiarias que plantea el ministro de Economía, Toto Caputo. La fórmula recuerda peligrosamente al modelo que el propio Caputo impulsó en 2018, durante la era Macri, cuando las bandas terminaron licuadas por la presión del mercado y el tipo de cambio voló.
Ahora, el planteo es similar: fijar una zona de no intervención para el dólar, dentro de la cual el Banco Central no movería un dedo. Solo si el precio perfora el piso o supera el techo, podría intervenir. Para el FMI, que sigue obsesionado con la previsibilidad y la consistencia del programa monetario, esa lógica no cierra del todo.
A eso se suma que las bandas serían móviles y se ampliarían cada mes. O sea, el dólar tendría más espacio para moverse y eso, en un contexto inflacionario como el actual, es pólvora al lado del fuego.
“Estamos evaluando los detalles técnicos del esquema. Queremos asegurarnos de que haya mecanismos de anclaje creíbles para evitar desvíos en las metas”, deslizó un funcionario del Fondo al tanto de las discusiones, en estricto off the record.
Un crédito de hasta US$ 20.000 millones... con condiciones
El objetivo final del gobierno es cerrar un nuevo acuerdo antes de la Cumbre de Primavera del FMI y el Banco Mundial, prevista para el 21 y 22 de abril en Washington. Para entonces, la Rosada necesita llegar con la documentación firmada, el visto bueno del Directorio y, sobre todo, algo de oxígeno financiero que le permita sostener el ajuste sin que se le incendie la calle.
El Congreso ya aprobó un crédito a diez años con cuatro años y medio de gracia y una tasa del 5,63%. Pero el préstamo total podría escalar hasta los US$ 20.000 millones, si el Fondo lo avala. Claro que el número dependerá de la disposición de los principales accionistas del organismo, sobre todo EE.UU., que tiene poder de veto con su 16% de los votos, y de la exigente Alemania, que nunca regala su aval.
Por ahora, los técnicos del Fondo presentaron el borrador del programa al Directorio, pero el veredicto todavía está en suspenso. La señal política más fuerte podría llegar el jueves, tras la conferencia de Kozack.
Entre la necesidad y la desconfianza
La apuesta del Gobierno es riesgosa. Está intentando caminar por una cornisa: acordar un nuevo paquete financiero sin resignar del todo el manejo cambiario. Pero el FMI no es inocente: conoce la historia argentina y sabe que sin un ancla firme, cualquier acuerdo puede deshilacharse.
“Lo que más preocupa es la falta de herramientas de intervención cuando el tipo de cambio se desmadra. Si no hay un esquema claro para contener la volatilidad, todo el programa pierde consistencia”, advirtió un analista de Wall Street que sigue de cerca la pulseada entre la Casa Rosada y el Fondo.
Mientras tanto, el mercado sigue nervioso. El dólar paralelo cerró el lunes en $1.295, con alzas también en los tipos de cambio financieros. La inestabilidad, lejos de disiparse, se alimenta del suspenso en las negociaciones.
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