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Mié, Jul

Interés General

La secretaria de Gobierno de Río Gallegos lo cruzó con dureza: “Prometió sueldos de petroleros y hoy no puede sostener ni el termómetro de un hospital”

El gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, volvió a cargar con violencia verbal contra los trabajadores del Estado. Esta vez, el blanco fueron los profesionales de la salud, a quienes acusó de “fichar en pantuflas y volverse a su casa”, en un gesto más que revelador del desprecio sistemático que su administración viene desplegando contra quienes sostienen el funcionamiento básico del Estado provincial.

La declaración, lanzada durante la jura de su tercera ministra de Salud en menos de dos años de gestión, detonó la respuesta de la secretaria de Gobierno de Río Gallegos, Sara Delgado, quien no se guardó nada:

“Estamos frente a un gobernador que prometió sueldos de petroleros y hoy no puede ni garantizar insumos básicos en los hospitales”, sentenció.

Las frases de Vidal no son un exabrupto aislado. Se suman a una estrategia discursiva que ya apunta a docentes, personal administrativo y ahora profesionales de la salud. A todos los acusa de no trabajar, de “no querer cumplir funciones” o de ser la nueva casta, según el guión prestado del manual de Javier Milei.

Pero, ¿quién es la casta hoy? ¿Los que ganan 400 lucas mensuales y no llegan a cubrir el alquiler y la canasta básica? ¿Los que sostienen escuelas sin calefacción, hospitales sin gasas y ministerios con cables pelados?

Desde el gabinete del intendente Pablo Grasso, la respuesta no tardó en llegar. Delgado habló de un discurso de tribuna que busca dividir a Santa Cruz y encubrir la total improvisación de un gobierno que se quedó sin relato ni resultados.

“No tiene objetivos, no tiene un norte, y el único proyecto real fue derrocar al kirchnerismo. Hoy que lo lograron, no saben qué hacer con la provincia”, disparó.

Además, cuestionó que el mandatario no pisa la Casa de Gobierno y se mantiene alejado de las necesidades concretas:

“A los estatales los tilda de vagos un tipo que casi no está en Santa Cruz”, concluyó.

La realidad es que Santa Cruz está gobernada por la agresión y el destrato institucional, donde cualquier voz crítica —sea sindical, política o ciudadana— es descalificada como enemiga o incapaz. Vidal no construye puentes, dinamita consensos. En vez de reconocer los errores de gestión, culpa a quienes laburan.

El problema ya no es discursivo: es estructural y ético. Un gobernador que desprecia a su gente no está en condiciones de representarla.

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