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Lun, Mar

Interés General

El 25 de marzo, a horas de que el en el país se conmemorara el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en Santa Cruz se ejecutó una acción que no puede ni debe leerse como un hecho aislado y quiza debamos permitirnos pensar si esto no fue una puesta en escena por parte del gobierno de Claudio Vidal.

La demolición del monumento a Osvaldo Bayer, símbolo de la Patagonia Rebelde, fue un acto de alto impacto político y simbólico que trascendió las fronteras de la provincia, cuya lógica y ejecución apuntan directamente al gobierno provincial de Claudio Vidal.

Todo lo que ocurrió desde entonces no hace más que confirmar una hipótesis incómoda: no fue un error. Fue una maniobra.

La escena: topadora, martillos, silencio institucional

El monumento fue destruido por una cuadrilla de Vialidad Nacional, sin aviso previo a la comunidad, al municipio ni a autoridades culturales.
Lo hicieron a metros del puesto policial de Güer Aike, un lugar que no puede pasar inadvertido. ¿Nadie vio nada? ¿Nadie preguntó? ¿Una retroexcavadora trabajando media hora sin que nadie intervenga? ¿Quién graba el video?

Resulta inverosímil pensar que semejante operación se llevó adelante sin que las autoridades provinciales estuvieran al tanto. O al menos, sin que la dejaran avanzar convenientemente.

La respuesta tardía del gobierno provincial

El repudio oficial del gobierno de Claudio Vidal llegó recién el 25 de marzo a las 20:46, muchas horas después del hecho.
Para ese momento, Pablo Grasso —intendente de Río Gallegos— ya había comunicado públicamente que el municipio restituiría el monumento. Con imágenes, equipos en el lugar y un mensaje claro.

El gobierno provincial, lejos de acompañar esa decisión, se limitó a un comunicado sin fuerza política ni decisiones concretas. No se habló de reclamos a Nación, ni de denuncias, ni de pedidos formales de restitución.

La apropiación política del símbolo

Al día siguiente el municipio de Río Gallegos —con carta de autorización del escultor Miguel Villalba— fue a buscar los restos del monumento a las oficinas de Vialidad Nacional.
¿Qué encontró? El edificio cerrado y sin autoridades.

Horas más tarde, el gobierno nacional (Vialidad Nacional) anunció que los restos no serían entregados al municipio, sino al gobierno provincial.
Acto seguido, el gobierno provincial publica un video institucional en el que anuncia que resguardará la escultura en la Secretaría de Cultura “hasta decidir su destino, en diálogo con la comunidad”.

¿El mismo gobierno que no la protegió ahora se presenta como garante de su preservación?

¿El mismo gobierno que no emitió una reacción inmediata, ahora se presenta como custodio de la memoria colectiva?

A esta altura, la sospecha se convierte en certeza: el gobierno de Claudio Vidal intenta utilizar la demolición como parte de una estrategia de reposicionamiento político.

Una maniobra para maquillar una gestión incapaz e ineficiente

La gestión de Vidal atraviesa un momento crítico:

  • Conflicto docente.
  • Cambios forzados en el gabinete.
  • Investigaciones penales sobre legisladores oficialistas.
  • Niveles de desocupación creciente
  • Aumento de la pobreza
  • Trabajadores registrados con salarios por debajo de la linea de pobreza
  • Bajos niveles de transparencia
  • Pérdida creciente de apoyo en las bases territoriales.

En este contexto, la escultura de Bayer fue convertida en escenario de una operación de manual: se deja avanzar una acción de alto impacto, se espera la reacción popular, se mide la respuesta opositora (en este caso, la de Grasso), y luego se interviene para “recomponer” lo que deliberadamente se dejó dañar.

La memoria no se utiliza para levantar encuestas

Bayer no es solo un nombre. Es memoria incómoda, historia rebelde, denuncia de fusilamientos, crítica a los poderes que se creen eternos. Usar su figura para reposicionar una gestión debilitada es una falta de respeto al pueblo santacruceño.

Todo lo que el gobierno provincial está haciendo ahora —el video institucional, la “custodia” de los restos, el supuesto diálogo futuro— llega tarde, suena impostado y busca apropiarse de un símbolo que no defendieron cuando debieron hacerlo.

Lo que muchos sienten como certeza

Lo sucedido con la escultura de Osvaldo Bayer no es una anécdota ni un hecho de color. Es una jugada política planificada o, al menos, aprovechada con oportunismo extremo por parte del gobierno de Claudio Vidal. Y si no fue así, si realmente no supieron, no vieron, no intervinieron… entonces el problema es aún más grave: están al frente de un Estado que no controla ni defiende lo que debería.

La sociedad santacruceña ya dio su veredicto: el acting no convence. La puesta en escena no conmueve. Y la memoria, cuando es genuina, no se recupera con un video institucional.

Se cuida desde el primer minuto. O no se cuida.

Si llegaste hasta acá tomate un descanso con la mejor música