La reciente salida de Jazmín Macchiavelli del gobierno de Santa Cruz, donde se desempeñaba como ministra de Desarrollo Social, resalta las crecientes turbulencias dentro de la administración de Claudio Vidal.
Macchiavelli, que apenas estuvo siete meses en el cargo, se ha convertido en el último ejemplo de una serie de reemplazos rápidos y polémicos en el gabinete de Vidal, reflejando la inestabilidad y la improvisación que caracterizan su gestión.
Macchiavelli se vio envuelta en un escándalo significativo cuando se denunció que alimentos destinados a familias vulnerables fueron encontrados en locales comerciales de Río Gallegos, un incidente que fue duramente criticado y que impulsó una investigación judicial. Este hecho, junto con otros problemas en su cartera, llevó a que el gobernador Vidal optara por su reemplazo, a pesar de los esfuerzos por minimizar el impacto mediático del caso.
El caso de Macchiavelli no es un hecho aislado. Otro ejemplo reciente de la inestabilidad en el gabinete de Vidal es el de Harold Bark, secretario de Pesca, quien fue removido tras un escándalo en el que estuvo involucrado en un accidente de tránsito en estado de ebriedad. Estos continuos cambios subrayan una preocupante falta de estabilidad y planificación dentro del gobierno de Vidal. Los reemplazos frecuentes, muchas veces motivados por escándalos y falta de resultados, no solo erosionan la confianza pública, sino que también reflejan una administración que parece estar luchando por mantenerse a flote en medio de las dificultades.
La constante rotación de funcionarios de alto nivel pone en evidencia la incapacidad del gobierno para establecer una gestión efectiva y confiable, algo que en campaña se decía saber como y con que hacer de Santa Cruz una mejor provincia para todos los santacruceños. Este patrón de inestabilidad se viene repitiendo desde el inicio de la "gestión" de Claudio Vidal y parece no cambiar al menos por el momento.
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