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Sáb, Oct

Interés General

El presidente Javier Milei participó del tradicional Tedeum en la Catedral Metropolitana tras la firma del Pacto de Mayo. Sin embargo, el evento religioso no fue tan placentero como los festejos en Tucumán, ya que el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, pronunció un contundente discurso político.

En presencia de Milei y miembros del gabinete nacional, García Cuerva advirtió: “A muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie”. Criticó los "privilegios a costa de muchos" y subrayó que "nadie se puede lavar las manos" ante la crisis, haciendo alusión directa a las "descalificaciones" y "expresiones vulgares" de algunos dirigentes.

García Cuerva comenzó su discurso refiriéndose a los “hermanos paralizados hace años en su esperanza” y aquellos “atravesados por el hambre y la soledad”. Declaró que "una justicia largamente esperada por tantos argentinos" sigue siendo una deuda pendiente, con "tantos argentinos tendidos, sobre una manta en el frío de las veredas de las grandes ciudades del país, postrados a consecuencia de la falta de solidaridad y el egoísmo".

El arzobispo instó a que la sociedad se enfoque en un “gran objetivo”: “que Argentina se cure”, “que se ponga de pie” y “se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma”. En una clara referencia al Papa Francisco, enfatizó que “no hay tiempo para la indiferencia” y que nadie puede “lavarse las manos” ante la situación social.

En una oración dirigida a Jesús, García Cuerva rogó: “No permitas que lo cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder por el poder mismo, con conductas reprochables que sólo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie. No hipotequemos el futuro”.

El discurso también abordó las consecuencias de las malas decisiones pasadas, destacando que "en Argentina seis de cada diez chicos son pobres". Describió la situación de "niños con hambre revolviendo basura, chicos no escolarizados o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto”.

García Cuerva comparó la actualidad con la valentía de los congresales de Tucumán en 1816: "Debemos ser audaces, jugarnos la vida por los que sufren, comprometernos con los más pobres y excluidos". Hizo un llamado a la unidad y al compromiso con la justicia social, criticando "los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos".

Concluyó su mensaje instando a evitar los conflictos y divisiones: “O somos hermanos o se viene todo abajo. Por eso invito a todos los aquí presentes y también a quienes nos siguen por los medios de comunicación y por las redes sociales a rezar juntos”.

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