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07
Vie, Nov

Ciencia y Tecnología

Cortical Labs desarrolla el CL1, una biocomputadora que aprende como un cerebro. Científicos y filósofos debaten sus implicancias.

Un pequeño dispositivo con 800.000 neuronas humanas vivas está redefiniendo los límites entre la inteligencia artificial y la biología. Se trata del CL1, la primera computadora biológica comercial, presentada por la empresa australiana Cortical Labs.

A diferencia de una computadora tradicional, el CL1 no está compuesto solo por chips y transistores. En su interior, neuronas reprogramadas a partir de células humanas forman redes vivas capaces de aprender por experiencia, adaptarse a cambios y responder a estímulos. Estas redes se conectan a una interfaz electrónica que traduce sus impulsos eléctricos en datos digitales.

El sistema ya se distribuye en laboratorios de investigación por un valor cercano a los 35.000 dólares. En ensayos preliminares, el CL1 superó a algoritmos de aprendizaje automático en tareas básicas como el reconocimiento de patrones, utilizando menos datos y adaptándose más rápido.

“Estas células no solo ejecutan instrucciones: muestran una forma de inteligencia emergente”, explicó Brett Kagan, director científico de la empresa. Para Kagan, el CL1 inaugura una nueva etapa en la relación entre computación e inteligencia humana.

No obstante, el desarrollo también ha despertado interrogantes profundos. Desde la American Philosophical Association advierten sobre las implicancias éticas de usar neuronas humanas vivas con capacidad de aprendizaje. ¿Podría surgir alguna forma de conciencia? ¿Estamos frente a una inteligencia sin identidad?

Cortical Labs sostiene que las redes neuronales del CL1 no tienen estructura suficiente para desarrollar autoconciencia, y que todo se realiza bajo normas éticas internacionales. Pero el debate sigue abierto: ¿cuándo deja de ser una máquina y empieza a ser algo más?

Más allá de la polémica, el CL1 tiene aplicaciones prometedoras. Su potencial incluye desde estudiar enfermedades neurológicas hasta probar fármacos en sistemas vivos sin usar animales. En el futuro, podría dar lugar a computadoras híbridas que razonen con intuición y consuman menos energía que los centros de datos actuales.

Por ahora, el CL1 es una herramienta científica que requiere condiciones especiales para su mantenimiento. Pero como toda tecnología disruptiva, podría evolucionar rápidamente. Y con ella, también las preguntas sobre el lugar de lo humano en la era de las máquinas vivas.

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