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Jue, Oct

Interés General

El candidato peronista cargó contra el gobierno y advirtió que la zona norte atraviesa una crisis sin respuesta. Denunció persecución política y abandono estatal.

Juan Carlos Molina, candidato a diputado nacional por Fuerza Santacruceña, cerró su paso por Caleta Olivia con un mensaje cargado de bronca y decisión. En el tramo final de la campaña, el ex sacerdote levantó la voz desde la ciudad del Gorosito y apuntó con dureza al modelo de gestión que, según dijo, “sumergió a la zona norte en una crisis que ya no se puede tapar”.

“La gente está sufriendo y no hay reacción del Estado”, lanzó Molina. Y no se quedó ahí: denunció persecución política, promesas incumplidas y un abandono sistemático de los sectores populares. “Nos reunimos con personas que venían a escondidas, con miedo a represalias. Esas prácticas ya no se toleran más”, afirmó, en alusión al contexto de intimidación que, según él, atraviesa la provincia.

El candidato, de perfil combativo y con un discurso directo, definió esta elección como una bisagra: “Nuestra campaña es para ponerle un freno a esta crueldad. Vamos al Congreso a defender a Santa Cruz, a decir basta a la desidia y la entrega de recursos”. Lo dijo con énfasis, buscando interpelar a una ciudadanía que —sugiere— ya no está dispuesta a normalizar el ajuste ni el silencio.

Norte en llamas: violencia, pobreza y desocupación

La recorrida de Molina por la zona norte no fue solo para sacarse fotos. Según relató, se llevó una postal dolorosa: la de un pibe peleando por su vida en Caleta tras un hecho de violencia con armas. “No queremos esta Santa Cruz para nuestros pibes. No se aguanta más”, sentenció. Una frase que parece tener eco en la calle, donde la inseguridad y la desesperanza crecen al ritmo de la desocupación.

También mencionó su paso por Las Heras, donde los desocupados autoconvocados siguen reclamando sin respuestas. “Hace un año que no consiguen trabajo. Desde enero, con los telegramas a las empresas de servicios, se cortó todo. No hay changas ni nadie que se haga cargo”, denunció.

Entre el hartazgo y la esperanza

Molina no ofrece recetas mágicas, y lo dice con claridad. Pero sí promete “una oposición responsable”, lejos del barro político. Y subraya un punto que muchos dirigentes prefieren callar: “El miedo está dejando de existir. La gente dio un tiempo prudencial para que las promesas se cumplieran, pero no pasó”.

En ese contexto, apela al voto como herramienta transformadora: “El domingo empezamos a ponerle fin a este modelo perverso. Es fundamental que la gente vaya a votar”, arengó.

Su agenda ahora sigue por la zona centro y cerrará la semana en Río Gallegos, con la expectativa de que el malestar que se respira en el norte encuentre eco en las urnas.

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