Un equipo de la Universidad de Rochester logró una mejora sin precedentes en los STEG, dispositivos que convierten el calor solar en electricidad. ¿Estamos ante una revolución silenciosa?
Durante años, los generadores solares termoeléctricos (STEG) fueron una promesa apenas cumplida. Capturan calor, generan electricidad… pero mal. Muy mal. La mayoría no supera el uno por ciento de eficiencia. En un mundo donde los paneles solares convencionales rondan el veinte por ciento, los STEG parecían destinados al rincón de las tecnologías simpáticas pero poco útiles.
Hasta ahora.
Un equipo de investigadores del Instituto de Óptica de la Universidad de Rochester, liderado por Chunlei Guo, acaba de presentar un diseño que multiplica por quince la eficiencia de los STEG conocidos. Y lo hicieron sin cambiar los materiales semiconductores. Lo hicieron tocando otras teclas.
No es magia, es ingeniería térmica (y un poco de láser)
La clave del nuevo dispositivo no está en lo que siempre se buscó mejorar. Guo y su equipo ignoraron los semiconductores, esos materiales sensibles al calor que convierten la diferencia de temperatura en electricidad. En cambio, se concentraron en el lado caliente y el lado frío del generador. La diferencia, al fin y al cabo, nace allí.
¿Cómo lo lograron? Con tres movimientos brillantes:
Convirtieron el metal en una trampa de luz solar. Usaron pulsos láser ultrarrápidos (del orden de los femtosegundos) para grabar nanoestructuras sobre tungsteno. Resultado: una superficie de "metal negro", capaz de absorber mucho más espectro solar y evitar que el calor se disipe.
Construyeron un miniinvernadero. Literal. Cubrieron esa superficie caliente con un plástico que minimiza la pérdida por convección y conducción. Más calor atrapado, más energía disponible.
Revolucionaron el lado frío. Otra vez con láser, esta vez sobre aluminio, crearon un disipador con microestructuras que duplican la capacidad de enfriamiento del aluminio común. Un extremo más frío = más diferencia de temperatura = más electricidad.
Más que eficiencia: potencial para cambiar el juego
El nuevo STEG no es solo una rareza de laboratorio. En las pruebas, fue capaz de alimentar LEDs con una eficiencia que parecía imposible hace apenas unos años. Pero lo más interesante está en el horizonte: estos dispositivos podrían usarse para alimentar sensores del Internet de las Cosas, cargar wearables, o incluso abastecer comunidades rurales sin acceso a la red eléctrica.
Tecnología limpia, sin partes móviles, sin silicio, sin necesidad de sol directo. Solo calor. Solo diferencia térmica.
Y un poco de física bien aplicada.
Fuente: https://doi.org/10.1038/s41377-025-01916-9.
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