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Mar, Jul

Ciencia y Tecnología

Empresas en todo el mundo celebran la eficiencia de la "Inteligencia Artificial", pero despiden en masa a trabajadores junior. El relato de la “automatización positiva” se resquebraja.

Durante años nos vendieron que la inteligencia artificial no iba a reemplazarnos, sino a potenciarnos. Pero la realidad empieza a escribir otra historia, más incómoda y menos edulcorada. En empresas de punta como Microsoft, IBM, Klarna, Shopify o Amazon, la IA no es una herramienta más: es la excusa ideal para despedir, reestructurar y reconcentrar. Ya no en nombre de la eficiencia, sino del “ajuste inteligente”.

En abril, Micha Kaufman, CEO de Fiverr, lo dijo sin rodeos: “La IA viene por sus trabajos. Al diablo, también viene por el mío”. El mensaje no fue decorativo. Fue una señal: ni siquiera en la industria tech, donde la cultura de la disrupción era bandera, hay inmunidad.

“Contratación de precisión” y exclusión sistemática

Un estudio reciente del Instituto de IA Centrada en el Humano de Stanford, liderado por Ruyu Chen, muestra que los desarrolladores de entre 18 y 25 años son los primeros en sentir el impacto. No porque hayan perdido el tren, sino porque ya no se contrata “a granel”. Ahora la palabra clave es otra: precisión. Se busca a los “estrellas”. El resto, afuera.

¿La paradoja? Son justamente esos jóvenes quienes crecieron con la idea de que saber programar era la garantía de un futuro. Hoy, tras la irrupción de modelos generativos como ChatGPT, muchos ven cómo sus habilidades son absorbidas por algoritmos que aprenden más rápido, cobran menos y no piden obra social.

CEOs que celebran la IA mientras despiden

No es solo Fiverr. El CEO de Anthropic, Dario Amodei, estimó que hasta el 50 % de los trabajos de oficina de nivel inicial pueden desaparecer en cinco años. Andy Jassy, jefe de Amazon, ya anticipó “menos personas haciendo trabajos actuales”. Luis von Ahn, de Duolingo, dejó de contratar humanos para tareas que la IA puede cubrir. Tobi Lutke, CEO de Shopify, directamente bloqueó contrataciones para empleos automatizables.

Y la lista no para. Microsoft despidió a 9.000 empleados. IBM, a 8.000. En Klarna, la plantilla se redujo un 40 % gracias a la IA. Aunque ahora, tras descubrir que los chatbots no cubren todas las situaciones, volvió a contratar agentes de atención humana.

Un detalle revelador: cuando Klarna presentó sus resultados financieros del primer trimestre, el que habló no fue el CEO Sebastian Siemiatkowski. Fue su deepfake generado por IA.

¿Dónde están las voces de alerta?

En este contexto, sorprende el silencio cómplice de muchos sectores políticos y académicos. La IA fue instalada como símbolo de progreso ineludible. Pero a la vista está: más que progreso, lo que genera es concentración de poder, precarización selectiva y exclusión disfrazada de eficiencia.

Sí, la IA puede aumentar la productividad. Pero, ¿productividad para quién? ¿Para qué? ¿A costa de qué tipo de tejido social y profesional?

Incluso Challenger, Gray & Christmas, una firma de coaching ejecutivo, admite que los números oficiales de despidos por IA son bajos: de 286.000 casos, apenas 75 fueron atribuidos formalmente a la inteligencia artificial. Pero eso no implica que la tendencia no esté ocurriendo, solo que no se declara.

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