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Dom, Jun

Ciencia y Tecnología

Lanzó el “modo IA” para todos los usuarios en EE.UU. y nuevas funciones que van desde comprar entradas hasta leer tu Gmail. ¿Innovación o maniobra para blindar su dominio global?

El nuevo Google ya no busca. Responde. Con IA. Y lo hace con la soltura de quien sabe que, pase lo que pase en tribunales o con la competencia, seguirá sentado en el trono de la web. En su última conferencia de desarrolladores, la empresa presentó un arsenal de funciones que consolidan un viraje total hacia la inteligencia artificial, al tiempo que pone en jaque al ecosistema de sitios web que, hasta ayer, alimentaban su imperio.

El llamado “modo IA”—ahora disponible en todos los Estados Unidos—es apenas la cara más visible de un cambio tectónico. Se trata de un botón que transforma cualquier búsqueda en un diálogo fluido con una inteligencia artificial que, al estilo ChatGPT, responde de forma directa, resumida y supuestamente experta. Atrás va quedando la lista tradicional de enlaces que, durante dos décadas, estructuró el acceso a la información.

A eso se le suman los resúmenes conversacionales, las llamadas “vistas generales de IA”, que ya aparecen en lo más alto de los resultados. Según Google, más de 1.500 millones de personas las usan con regularidad. Pero lo que no dice con tanto entusiasmo es que, según la firma BrightEdge, los clics hacia otros sitios cayeron casi un 30 % desde que se implementaron.

Una web más cerrada, más Google

El nuevo paradigma no solo reorganiza el buscador. Lo encierra. Porque cuanto más responde Google por su cuenta, menos sale el usuario. Y menos entran otros. “Lo que está en juego es el tráfico que mantiene vivo a medios, blogs, foros y pequeñas empresas”, explica Brian Dean, especialista en SEO de onelittleweb.com. Y agrega: “Google se está comiendo su propia Internet”.

El modelo recuerda al viejo concepto de “jardín cerrado”, donde todo ocurre dentro del mismo ecosistema. Pero ahora con esteroides y código de IA. Google no solo responde preguntas, sino que pronto reservará entradas, leerá tus correos, aprenderá tus hábitos y navegará video en tiempo real. Todo sin salir de su órbita.

La suscripción “Ultra”, de 250 dólares mensuales, será la puerta VIP a este universo. Incluirá almacenamiento masivo y acceso prioritario a las herramientas más avanzadas. Lejos quedó el plan de 20 dólares, ahora rebautizado como “IA Pro”.

Estrategia judicial encubierta

Este salto hacia la IA llega en un momento incómodo: Google está bajo juicio en Estados Unidos por prácticas monopólicas. Un juez federal ya declaró ilegal el dominio de su buscador. Y en plena audiencia, ejecutivos de Apple reconocieron que las búsquedas en Safari están bajando por la irrupción de IA como ChatGPT o Perplexity.

Ante esto, la movida de Google podría leerse como una forma de adelantarse a una eventual fragmentación judicial. En lugar de defender su estructura actual, la empresa la reconfigura desde adentro con una IA que haga todo. Lo que era un buscador, ahora es un asistente total.

¿Hacia una Internet sin enlaces?

Cuando un periodista le preguntó al propio modo IA si esto hará más poderoso a Google, la IA respondió con una honestidad que hiela: “Sí, es muy probable. Especialmente en términos de acceso a la información y poder en línea”.

El mismo sistema reconoció que los editores web deberían estar preocupados.

Y no es para menos. Una web sin enlaces no es una web. Es una interfaz cerrada. Controlada. Optimizada para retener al usuario, no para derivarlo. Mientras el tráfico hacia medios cae, la pregunta inevitable es: ¿quién decidirá qué sabe el usuario cuando la IA intermedie todo?

El director ejecutivo, Sundar Pichai, celebró el avance como el inicio de una nueva era. “Décadas de investigación convertidas en realidad”, dijo. La realidad, sin embargo, es que cada respuesta directa de IA en el buscador es también una respuesta menos que llega a otros.

La pregunta ya no es si Google domina la web. Es si la web, tal como la conocimos, está llegando a su fin.

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