El escándalo del momento en Río Gallegos se llama Miguel Cader. Hasta hace unos días, era el director de Seguridad y Protección de la Municipalidad. Hoy es el funcionario caído en desgracia que la oposición usa como símbolo de “impunidad” para golpear al intendente Pablo Grasso.
El motivo del escándalo es claro: Cader manejó alcoholizado con 2,30 g/l de alcohol en sangre y chocó. Una irresponsabilidad gravísima. Nadie lo discute. Pero lo que realmente importa no es el hecho en sí, sino cómo es utilizado para el carancheo político.
Es evidente que acá no importa lo que paserealmente, sino quién puede sacar ventaja del un pretendido escándalo. Y la política (la de mas bajo nivel) se maneja con una regla tácita inquebrantable: la impunidad solo es indignante si se puede usar contra el adversario.
El error de Cader y la reacción del municipio
Cader no intentó negar o esconder su error. Tampoco intentó victimizarse. Publicó un mensaje donde admitió su responsabilidad, pidió disculpas y dejó en claro que no se dio a la fuga. Al mismo tiempo, el intendente Grasso actuó sin titubeos: lo apartó del cargo de inmediato.
En cualquier otro lugar, este sería el final del tema. Pero en el campo de la política berreta funciona distinto.
La oposición vidalista y su indignación selectiva
Los concejales Victoria Ojeda, Ayrton Ruay y Giulliana Tobares, soldados políticos de Claudio Vidal, vieron la oportunidad y la aprovecharon. Publicaron un comunicado donde hablaban de “impunidad”, como si Cader hubiera sido protegido en lugar de removido de su cargo en tiempo récord.
Lo que realmente intentaron instalar no fue la gravedad del hecho en sí, sino la idea de que la municipalidad es un caos, que el intendente Pablo Grasso no tiene control sobre sus funcionarios y que su gestión está fuera de control. Una jugada de manual dentro del plan y capacidades de Vidal, quien lleva más de un año usando cualquier excusa para debilitar a su principal adversario en la provincia.
Pero el problema con jugar la carta de la moralidad es que, para hacerlo, hay que tener las manos limpias y no subestimar la inteligencia de los santacruceños.
El espejo incómodo del gobierno de Vidal
Si Ojeda, Ruay y Tobares que buscan hablar de impunidad, deberían responderle a los vecinos no solo de Rio Gallegos sino también de Santacruz algunas preguntas:
- ¿Cuántos funcionarios fueron realmente sancionados por el escándalo del Ministerio de Desarrollo Social? Se robaron mercadería que estaba destinada a los sectores más vulnerables. Harina, leche y puré de tomate y valla a a sabe que más, desaparecieron del depósito y que, todos pudimos ver, se vendieron de manera ilegal. ¿Qué medidas tomó Vidal? Ninguna. Apenas un cambio de cargos para los involucrados, escondiéndolos en cargos de menor exposición.
- ¿Por que dos masculinos luego de protaginizar un choque, que no se puede ni comparar en el caso cader, se refugian en la casa de un alto funcionario del gobierno de Claudio Vidal?
- ¿Por qué el ministro de Trabajo de Vidal, Julio Gutiérrez, tenía un arsenal de armas en su casa? El allanamiento en su domicilio terminó con el secuestro de seis armas de fuego. Un domicilio en donde ademas vive Iris Adriana Rasgido, presidenta del Consejo Provincial de Educación. En cualquier otro gobierno, esto hubiera ameritado al menos una investigación pública seria y verdadera ademas de la repercucion mediatica de alto impacto. En Santa Cruz, simplemente se hizo silencio.
- ¿Qué pasó con Pedro Luxen, exministro de Gobierno, que figuraba como propietario de parte de esas armas? ¿Dónde está ahora? ¿Sigue dentro del gobierno con otro cargo?
- ¿Cómo explica Vidal que su jefe de bloque en la Legislatura, Fernando Españón, tenga un pedido de desafuero por abuso sexual? No estamos hablando de rumores ni de operaciones políticas. La Justicia pidió su desafuero para poder investigarlo por denuncias concretas de abuso sexual y abuso de poder. Y la maniobra fue burda: antes de que el desafuero avanzara, Españón “renunció” a sus fueros por decisión propia. ¿Cual fue el castigo político? Ninguno. Al contrario, el bloque SER, bajo la supervisión del propio Vidal, lo ratificó como presidente del espacio en la Cámara de Diputados.
Si esto no es impunidad, ¿qué es?
Vidal y la estrategia del conflicto permanente
A Claudio Vidal le quedan pocas cartas para jugar. Su gobierno lleva más de un año sin grandes logros, sin proyectos transformadores y con una economía provincial que sigue dependiendo de los mismos modelos de siempre. Su relación con el gobierno nacional es funcional al ajuste de Javier Milei, pero en términos de gestión interna, ha sido INCAPAZ de mostrar grandes diferencias con los anteriores gobiernos del kirchnerismo, a los que tanto criticó.
Se sabe que en el manual de la política de cabotaje cuando no hay logros de gestión, lo único que queda es la pelea. Y ahí es donde aparece Pablo Grasso como el enemigo perfecto. Vidal necesita instalar la idea de que el intendente de Río Gallegos es un problema, y así ocultar los propios. Y sus concejales, que tienen una nula autonomía política, replican la estrategia a nivel municipal.
La hipocresía como norma
El caso de Miguel Cader fue grave. Pero no hubo impunidad. Hubo sanción inmediata, reconocimiento del error y consecuencias.
La verdadera impunidad está en otro lado. Está en los funcionarios provinciales que se sostienen a pesar de los escándalos. Está en el robo de mercadería a los sectores más vulnerables sin sanciones reales. Está en los ministros que acumulan arsenales en su casa sin dar explicaciones. Está en los legisladores denunciados por abuso sexual que siguen siendo respaldados por su propio bloque.
Si la política Low Cost santacruceña quiere hablar de impunidad, que lo debería hacer con seriedad y honestidad intelectual. Porque lo que queda claro con este caso es que lo único que les molesta no es la impunidad en sí misma, sino que no puedan usarla siempre en su favor.
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