Ni el dolor, ni la edad. La artrosis empieza mucho antes. Así lo demuestra una investigación reciente publicada en Osteoarthritis and Cartilage, que detectó daño estructural en las rodillas de más de la mitad de adultos sanos de apenas 33 años, todos sin síntomas ni molestias.
El hallazgo surge de una nueva fase del Northern Finland Birth Cohort 1986 (NFBC1986), un proyecto longitudinal que desde hace casi 40 años sigue la salud de miles de individuos nacidos en el norte finlandés. En esta etapa, 297 participantes —con una edad media de 33,7 años— se sometieron a resonancias magnéticas (RM) de rodilla, análisis clínicos y estudios bioquímicos.
“El resultado más llamativo fue la alta frecuencia de defectos leves en el cartílago, principalmente en la articulación entre la rótula y el fémur”, explicó Joona Tapio, médico e investigador de la Universidad de Oulu. También se detectaron espolones óseos en más de la mitad de los casos, aunque de tamaño pequeño.
Cuando el peso rompe el silencio
El estudio identificó un patrón claro: los participantes con índice de masa corporal (IMC) elevado eran quienes presentaban más signos de daño articular.
“La relación entre peso e impacto articular es evidente. La estatura tuvo una influencia menor, lo que refuerza la idea de que el sobrepeso acelera procesos degenerativos aún antes de que aparezcan síntomas”, detalló Tapio.
Este dato es especialmente preocupante si se considera que la mayoría de las personas afectadas desconocía su condición y no refería molestias.
Imágenes que incomodan: el límite entre diagnóstico y sobreinterpretación
Según el radiólogo Antti Kemppainen, coautor del trabajo, “el uso extendido de resonancias magnéticas puede detectar alteraciones sutiles incluso antes de que se manifieste la artrosis. Pero eso exige leer los hallazgos en un contexto clínico amplio, para no caer en sobrediagnósticos ni en pánico innecesario”.
El estudio destaca la necesidad de futuras investigaciones longitudinales que determinen qué hallazgos predicen verdaderamente el avance hacia una artrosis sintomática. Pero el mensaje de fondo es claro: el daño existe, aunque duela más el silencio que la rodilla.
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